sábado, 19 de febrero de 2022

DEL TEATRO AL CINE (VII) Fuenteovejuna, de Lope de Vega

 


El teatro del Siglo de Oro está representado principalmente por Lope de Vega y Calderón de la Barca, que son principales cabeza de serie de las dos escuelas teatrales de los siglos XVI y XVII.

Lope de Vega y Carpio (Madrid, 1562-1635), poeta, novelista y dramaturgo, es uno de nuestros más fecundos escritores de todos los tiempos que mereció el sobrenombre de Fénix de los Ingenios (el propio Cervantes lo llamó Monstruo de la Naturaleza). Como poeta, destacó en el cultivo del soneto (“¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?”, “Ir y quedarse y con quedar partirse”, “Un soneto me manda hacer Violante”...), del romance (“Mira, Zaide, que te aviso”, “De pechos sobre una torre”, “A mis soledades voy”...). Como narrador, se le deben novelas pastoriles (La arcadia), bizantinas (El peregrino en su patria) o dialogadas (La Dorotea). Sin embargo, aquí nos interesa más su labor como dramaturgo. Lope de Vega, creador de la Comedia Nueva (mezcló lo trágico con lo cómico y no hizo caso a la regla de las tres unidades, por ejemplo), escribió verdaderas obras maestras del teatro universal; entre otras, Peribáñez y el comendador de Ocaña, El caballero de Olmedo, El mejor alcalde, el rey, El villano en su rincón, Fuenteovejuna y El perro del hortelano. De las cuales sólo aquí trataremos de las dos últimas mencionadas porque, entre otros motivos, son las más adaptadas al cine.


 

Fuenteovejuna es un drama escrito en tres actos en Madrid hacia 1612 y publicado en la capital de España alrededor de 1620. Su argumento está basado en un hecho histórico ocurrido en el pueblo cordobés del mismo nombre en tiempos de los Reyes Católicos, en el cual todo el pueblo se rebeló contra los abusos e injusticias del Comendador de Calatrava. Así resume la historia Sebastián de Covarrubias, que ocupó entre otros cargos, el de capellán de Felipe II: “Los de Fuente Ovejuna, una noche del mes de abril de mil y cuatrocientos y setenta y seis, se apellidaron para dar la muerte a Hernán Pérez de Guzmán, Comendador Mayor de Calatrava, por los muchos agravios que pretendían haberles hecho. Y entrando en su misma casa le mataron a pedradas, y aunque sobre el caso fueron emviados juezes pesquisidores que atormentaron a muchos dellos, así hombres como mujeres, no les pudieron sacar otra palabra más ésta: «Fuente Ovejuna lo hizo».” O con los propios versos de Lope:

“-¿Quién mató al Comendador?

-Fuenteovejuna, Señor.

-¿Quién es Fuenteovejuna? 

-Todo el pueblo, a una.”

Tres son los personajes individuales que originan el planteamiento de la obra: Frondoso y Laurencia, los dos jóvenes enamorados del pueblo que van a casarse, y el Comendador Fernán Gómez, que viola a la joven empleando el derecho de pernada, acción tirana propia de la Edad Media, y provoca la rebelión de todos los vecinos de Fuenteovejuna, que entra en casa del violador, lo mata y clava su cabeza en una pica. La intervención final de los Reyes Católicos no hace más que restablecer el orden salvajemente roto y reconocer la justicia popular. Así puede resumirse el valor del contenido de la obra. Y respecto al valor de la forma empleada en la obra teatral, escrita en verso, radica en la riqueza métrica de la misma, en la que dominan las redondillas y los romances (el resto de estrofas usadas varía: octavas reales, coplas, coplillas, tercetos, algún soneto, algunos pareados y hasta endecasílabos sueltos). 


 

Leamos un fragmento de la obra en el que coinciden los tres personajes centrales:

“(Sale el COMENDADOR.)
COMENDADOR
No es malo venir siguiendo
un corcillo temeroso,
y topar tan bella gama.
LAURENCIA
Aquí descansaba un poco
de haber lavado unos paños;
y así, al arroyo me tomo,
si manda su señoría.
COMENDADOR
Aquesos desdenes toscos
afrentan, bella Laurencia,
las gracias que el poderoso
cielo te dió, de tal suerte,
que vienes a ser un monstruo.
Mas si otras veces pudiste
huir mi ruego amoroso,
agora no quiere el campo,
amigo secreto y solo;
que tú sola no has de ser
tan soberbia, que tu rostro
huyas al señor que tienes,
teniéndome a mí en tan poco.
¿No se rindió Sebastiana,
mujer de Pedro Redondo,

con ser casadas entrambas,

y la de Martín del Pozo,

habiendo apenas pasado
dos días del desposorio?
 


LAURENCIA
Esas, señor, ya tenían,
de haber andado con otros,
el camino de agradaros;
porque también muchos mozos
merecieron sus favores.
Id con Dios, tras vueso corzo;
que a no veros con la cruz,
os tuviera por demonio,
pues tanto me perseguís.
COMENDADOR
¡Qué estilo tan enfadoso!
Pongo la ballesta en tierra,
y a la práctica de manos
reduzgo melindres.
LAURENCIA
¡Cómo!
¿Eso hacéis? ¿Estáis en vos?
(Sale FRONDOSO y toma la ballesta.)

COMENDADOR
No te defiendas.
FRONDOSO [Aparte.]
Si tomo
la ballesta, ¡vive el cielo
que no la ponga en el hombro!
COMENDADOR
Acaba, ríndete.
LAURENCIA
¡Cielos,
ayudadme agora!
COMENDADOR
Solos
estamos; no tengas miedo.
FRONDOSO
Comendador generoso,
dejad la moza, o creed
que de mi agravio y enojo
será blanco vuestro pecho,

aunque la cruz me da asombro.

COMENDADOR

¡Perro, villano!...
FRONDOSO
No hay perro.
Huye, Laurencia.”


La primera representación teatral importante de Fuenteovejuna en la España del siglo XX fue en el Teatro Español de Madrid en 1903, con la adaptación de Valle- Inclán, y María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza como sus principales papeles. Luego le siguieron otras, como la de 1935, cuyo director fue García Lorca tras su gira con La Barraca desde 1933, y sus principales intérpretes, Margarita Xirgu y Enrique Borrás; o la de 1944 (director, Luca de Tena e intérpretes importantes, Aurora Bautista, Mercedes Prendes y José María Seoane. También fue representada en Barcelona, en el Teatro Cámara, en 1954-1955, corriendo la dirección a cargo de Rafael Richart y sus principales papeles fueron interpretados por Amparo Soler Lear, Berta Riaza y Adolfo Marsillach. Y fuera de España, en Buenos Aires, en 1985, en el Teatro General San Martín, dirigida por Roberto Castro.


 

Acaso las más importantes adaptaciones cinematográficas de Fuenteovejuna se deben a Antonio Román (1947), de la que nos ocupamos a continuación, y a Juan Guerrero Zamora (1972) en una coproducción italo-española, película interpretada en sus principales papeles por Nuria Torray, Eduardo Fajardo, Manuel Dicenta y Eusebio Poncela. En cuanto al filme dirigido por Antonio Román, el cual, según Felipe Arranz, “había servido al Régimen con varios títulos patrióticos como Boda en el infierno (1942) y Los últimos de Filipinas (1945). Antonio Román, que fue además el guionista de la película en colaboración con Pedro de Juan toparon con la obligación de atemperar la intención social presente en el texto de Lope (la rebelión del pueblo contra la autoridad, etcétera) y para solucionar el problema recurrieron a José María Pemán, el cual, “prestigioso político conservador (…) indagó en la parte más densa de la obra original, lo que le restó cierta frescura una vez puesta en imágenes,” acortando ciertas escenas como la tortura a que es sometido Frondoso y sustituyó parte del vocabulario, “así como el añadido sobre el trato y el saludo con que se debe recibir al Comendador.” Por otra parte, Antonio Román acertó notablemente en muchas escenas que tienen que ver con la rebelión de los vecinos de Fuenteovejuna. “La película, sin pretenderlo, apunta Arranz, estableció un paralelismo entre el Comendador y el general Franco, de forma que Fuenteovejuna constituye uno de esos curiosos casos de cine supervisado que escapa por su amplitud de significados original a la vigilancia estrecha de los censores.”


 

La película, en blanco y negro, y una duración de 100 minutos, música de Manuel Parada y fotografía de Enrique Guerner, pese a considerarse en su momento una gran superproducción y realizarse para marcar un hito en la primera historia de nuestro cine, no recibió por parte del público la atención debida, dada la fama que la obra tenía, y contando, como contaba, con actores y actrices españoles de primera fila entonces, de la talla de Amparo Ribelles, que encarnaba a Laurencia, o Fernando Rey que interpretaba el papel de Frondoso (que era la segunda colaboración con Antonio Román tras su presencia en Los últimos de Filipinas) y Manuel Luna, haciendo de Comendador Fernán Gómez de Guzmán. “A los que habría que añadir una breve aparición de Tony Leblanc, como Mengo, sostenedor de que sólo existe el amor por uno mismo, en uno de sus primeros papeles para el cine.” Otros actores de la película fueron Manuel Kayser, como Alcalde Esteban, Carlos Muñoz, como Maestre de Calatrava, y Pilar Sala, como Pascuala.

Para quien esté interesado en el tema, Fuenteovejuna también fue adaptada al cine fuera del territorio español; es el caso de la adaptación (mediometraje), guion y dirección llevados a cabo por Antonio Pineda Barnet en Cuba en 1963. Finalmente, pasaron al cine en las ocasiones siguientes otras obras de Lope de Vega, como: La moza del cántaro (1953), bajo la dirección de Florián Rey, guión escrito por Antonio Mas Guindal y con los intérpretes Paquita Rico, Peter Damon, Rafael Arcos, Marta Santaolalla, Ismael Merlo, Luis García Ortegay Emilio Alonso. El caballero de Olmedo y El villano en su rincón (ambas de 1965 y cuyos guión y dirección corrieron a cargo de Antoni Ribas. O El mejor Alcalde, el Rey (1973), cuyo guión y diálogos son obra de José López Rubio, la dirección  de Rafael Gil y algunos de sus principales intérpretes Analía Gadé, Ray Lovelock, Fernando Sancho, Simonetta Stefanelli, Andrés Mejuto, José Nieto, Antonio Casas, Tomás Blanco, Luis Induni...


 


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