sábado, 11 de septiembre de 2021

DEL TEATRO AL CINE (IV) La casa de Bernarda Alba, de Lorca

 


En entradas anteriores hablábamos de las adaptaciones cinematográficas que llevaron a cabo conocidos cineastas extranjeros y españoles (Mitchell Leisen, Luis Marquina, Juan Antonio Bardem, Rafael Gil, Emilio “El Indio” Fernández, Fernando Fernán Gómez…) de obras teatrales españolas como La malquerida, de Jacinto Benavente, La señorita de Trevélez, de Carlos Arniches (al cine pasó con el título de Calle Mayor), o La venganza de Don Mendo, de Muñoz Seca. Pues bien, hoy vamos a seguir tratando de algunos dramaturgos españoles de esa época que marcaron un antes y un después en la historia de nuestro teatro, que son los casos, entre otros, de Valle-Inclán y García Lorca. Y dado que en agosto pasado se cumplieron 85 años del asesinato de Federico García Lorca, empezaremos por él a modo de homenaje.


Federico García Lorca
(1898-1936) es uno de los escritores españoles más importantes del siglo XX. Poeta y dramaturgo de primera fila, es autor de obras de resonancia universal como El romancero gitano, Poema de Cante jondo o Poeta en Nueva York, en poesía, y Bodas de sangre, Yerma o La casa de Bernarda Alba, en teatro.

La casa de Bernarda Alba, para muchos estudiosos una de nuestras mejores tragedias, fue escrita en 1936 y publicada y estrenada en Buenos Aires en 1945. Obra en tres actos, pinta la España más atrasada de primeros del siglo XX, donde el papel de la mujer era insignificante, la religión un problema fanático y la intimidad algo que había que defender con uñas y dientes. Su argumento podría resumirse en los términos siguientes: Bernarda Alba, tras enviudar por segunda vez, decide guardar luto riguroso durante ocho años seguidos. Comparten su casa y soportan su autoritarismo exacerbado cinco hijas que poseen distintos caracteres: Angustias, la mayor, hija de su primer marido y con dote propia, que se prometerá con Pepe el Romano, personaje que por otra parte nunca aparecerá en escena; Adela, la más joven, que tras una serie de intrigas familiares, se hace amante de este último; y Magdalena, Amelia y Martirio, a la que Bernarda prohíbe casarse con Enrique Humanes porque es hijo de labradores. Y también viven con ellas la madre de Bernarda y dos criadas, una de las cuales es Poncia, que está al servicio de la anciana. El desenlace de la tragedia es provocado al matar de un tiro Bernarda a Pepe el Romano, mientras ella insiste una y otra vez en creer y hacer creer a todos que nada ha ocurrido allí. Además del autoritarismo de la protagonista, destacan en la obra otros elementos temáticos que convierten la casa en un escenario irrespirable para las hijas especialmente: la metáfora del color en las paredes, el odio y la envidia entre las hermanas, la lujuria, la libertad frente a la opresión, el dinero y la muerte.


En el fragmento que viene a continuación puede verse ya el ambiente de prisión que tiene la casa de Bernarda y el autoritarismo de ésta:

“Acto I

Habitación blanquísima del interior de la casa de Bernarda. Muros gruesos. Puertas en arco con cortinas de yute rematadas con madroños y volantes. Sillas de anea. Cuadros con paisajes inverosímiles de ninfas o reyes de leyenda. Es verano. Un gran silencio umbroso se extiende por la escena. Al levantarse el telón está la escena sola. Se oyen doblar las campanas.

(Sale la Criada)

Criada: Ya tengo el doble de esas campanas metido entre las sienes.

La Poncia: (Sale comiendo chorizo y pan) Llevan ya más de dos horas de gori-gori. Han venido curas de todos los pueblos. La iglesia está hermosa. En el primer responso se desmayó la Magdalena.

Criada: Es la que se queda más sola.

La Poncia: Era la única que quería al padre. ¡Ay! ¡Gracias a Dios que estamos solas un poquito! Yo he venido a comer.

Criada: ¡Si te viera Bernarda...!

La Poncia: ¡Quisiera que ahora, que no come ella, que todas nos muriéramos de
hambre! ¡Mandona! ¡Dominanta! ¡Pero se fastidia! Le he abierto la orza de chorizos.

Criada: (Con tristeza, ansiosa) ¿Por qué no me das para mi niña, Poncia?

La Poncia: Entra y llévate también un puñado de garbanzos. ¡Hoy no se dará cuenta!

Voz (Dentro): ¡Bernarda!

La Poncia: La vieja. ¿Está bien cerrada?

Criada: Con dos vueltas de llave.

La Poncia: Pero debes poner también la tranca. Tiene unos dedos como cinco ganzúas.

Voz: ¡Bernarda!

La Poncia: (A voces) ¡Ya viene! (A la Criada) Limpia bien todo. Si Bernarda no ve relucientes las cosas me arrancará los pocos pelos que me quedan.”

El estreno mundial de La casa de Bernarda Alba tuvo lugar, como queda dicho más arriba, en Buenos Aires en 1945, concretamente en el Teatro Avenida, y el papel principal, el de Bernarda Alba, fue interpretado por Margarita Xirgu. Posteriormente en España se llevó a la escena en multitud de ocasiones. Ya en 1950 se estrenó en el Teatro de Ensayo La Carátula, de Madrid, donde Amparo Reyes hizo de Bernarda Alba. Catorce años más tarde la dirigió Juan Antonio Bardem en el Teatro Goya de la capital de España, encarnando el papel de Bernarda Cándida Losada. Y en 1976 se repuso en el Teatro Zorrilla de Valladolid, donde el actor Ismael Merlo hizo de Bernarda Alba. Etcétera. Hasta llegar a los años 2010-2017, en los que la obra de Lorca se representó en el Teatro Tribueñe, también de Madrid, siendo sus intérpretes principales, entre otras, Carmen Rodríguez de la Pica (Bernarda Alba), Chelo Vivares (Poncia), Natalia de Azcárate (Adela), Catarina de Azcárate (Angustias), Matilde Juárez (Martirio), Virginia Hernández (Magdalena), Ana Peiró (Amelia), Marina Valverde (María Josefa)…


En cuanto a su adaptación al cine
, una de las primeras veces que se realizó fue en 1982, en México. Dirigida la película por Gustavo Alatriste, la interpretación de la protagonista corrió a cargo de Amparo Rivelles. Pero fue la dirección de Mario Camus en 1987 la que se llevó el pato al agua. Según Arranz, Mario Camus, que ya había adaptado excelentemente a la gran pantalla obras literarias españolas tan importantes como La colmena, de Cela, y Los santos inocentes, de Delibes, “tuvo claro desde el comienzo que debía valorar la visión teatral de la trama”. Respecto a ello Camus había dicho: “El cine puede mostrar cosas y matices que se pierden en el teatro y que, a la vez, potencian la historia que imaginó el poeta sin las dificultades que llevan consigo las limitaciones del teatro.” Arranz apunta por su parte que “el problema de la adaptación era hacer creíbles unos diálogos de gran sentido lírico; sin embargo, Camus les dotó de una enorme cotidianidad.” La película de Camus, rodada entre 1982 y 1987, en color, 100 minutos de duración y fotografía de Fernando Arribas, fue interpretada en sus principales papeles por Irene Gutiérrez Caba (Bernarda Alba), Florinda Chico (Poncia), Ana Belén (Adela) Vicky Peña (Martirio), Enriqueta Carballeira (Angustias) y Aurora Pastor (Magdalena).

(La próxima entrada tratará de Divinas palabras)


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