viernes, 14 de septiembre de 2018

GENTE ZAMORANA León Felipe, poeta prometeico


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León Felipe nació en Tábara (Zamora) en 1864. Hijo de un notario, vivió en distintas ciudades hasta que la familia se asentó en Santander. Aquí, en la capital de Cantabria y en otras poblaciones León Felipe ejerció como farmacéutico, aunque trabajó también de actor en varias compañías que recorrían España representando obras de los clásicos y nunca dejó de escribir poesía. Contactó con el grupo de la revista España, donde publicó sus primeros poemas. En 1920 publicó Versos y oraciones de caminante, un poemario de voz propia que nada tenía que ver con lo que entonces se escribía en nuestro país. Volvió a su vida de nómada en Guinea, México o Estados Unidos, donde tras estudiar en la Universidad de Columbia y dar clases en distintas universidades, publicó el segundo volumen de Versos y oraciones de caminante (1930). Tradujo también obras de otros poetas como W. Witman, que junto con la Biblia, fueron sus máximas influencias, especialmente en el tono acusador y profético. Al declararse nuestra Guerra Civil, León Felipe se hallaba en Panamá, país al que, una vez regresado a España, escribe los versos de Good by Panama. En 1937 dio a conocer y recitó muchas veces su poema La insignia (Alocución poemática) que es algo así como un canto a la lucha  y a la unidad de los grupos republicanos españoles y que le costó el exilio a México. Allí, en el país americano residirá hasta su muerte, ocurrida en 1968..

Mi admiración  por León Felipe me viene de siempre, podríamos decir, y ya a mi llegada a Barcelona (1964), cuando conocí a mis amigos pintores catalanes, formamos la tertulia Jíos, en la que hablábamos de arte y literatura y me pedían que les hablara de los poetas zamoranos y recitara algunos poemas suyos. Pues bien, yo citaba de vez en cuando a León Felipe y les leía algunos versos y oraciones de caminante, como aquellos que empezaban “cuando andemos sin prisas, / ¡qué silencio tan grande habrá / sobre la tierra.”. Algunos años después cuando publiqué en Rondas Agua vivida (1979), incluí en la Tercera Parte, Poemas al viento, con cita de León Felipe (“Me entrego humildemente al viento”), una Oda  dedicado al poeta de Tábara que dice, entre otras cosas, “…Y es que había dentro de ti / un fuerte viento / que volcaba infernal los escenarios / de tu infancia, / que borraba el horizonte / de tu vida española, / que empujaba tu paz / cada vez más lejos / de la tierra que amabas. / Y es que había en tu silencio / un viento fuerte / que acabó por arrancar tu honda raíz / y echar tu tronco, ya talado, / a la corriente arisca del río del destierro.”
 
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Para entonces ya me había licenciado en Filología Románica y era profesor de Lengua y Literatura en un colegio privado del Vallés. En mis clases, siempre que tenía ocasión, mencionaba a los poetas de mi tierra, Claudio Rodríguez, León Felipe, etcétera, y entre los poemas que incluí en mi libro La Lengua diaria, que era el manual de texto de BUP, estaba aquel de León Felipe que comienza “Así es mi vida, / piedra, / como tú. Como tú, / piedra pequeña; / como tú, / canto que ruedas / por las calzadas / y por las veredas; / como tú, / que en días de tormenta / te hundes / en el cieno de la tierra / y luego centelleas / bajo los cascos / y bajo las ruedas…”
Y muchos años más tarde, cuando yo ya no formaba parte de la vida de aquel Colegio y enseñaba en un Instituto, un grupo de antiguos alumnos quisieron agradecerme mis afanes docentes por enseñarles a amar la literatura invitándome a una cena memorable que llevaré en mi corazón mientras viva; y al final de la cena me sorprendieron aún más regalándome algunos libros que sabían eran de mi predilección, y entre ellos, las Poesías completas de León Felipe, una espléndida  edición de la Colección Visor de Poesía, la primera página llena con sus firmas y dedicatorias. No tuve palabras para agradecerles lo suficiente aquella hermosa muestra de generosidad. Fue una noche, digo, mágica por inesperada. Después me han seguido honrando con nuevos encuentros y nuevas muestras cariñosas de agradecimiento, la última vez este mismo año de 2018 en que escribo estas modestas notas de recuerdo, y por ello siempre seré yo el eternamente agradecido a ese grupo de leales alumnos, hoy en día hombres hechos y derechos con oficios y dedicaciones variadas en las que me consta cumplen con verdadera y responsable profesionalidad.

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Volviendo a León Felipe, y siempre con la memoria puesta en esos homenajes cariñosos de mis queridos alumnos, comento brevemente su trayectoria poética, cuyo tema fundamental fue siempre la guerra, la derrota y el exilio iluminados con una actitud reivindicativa, sin olvidar nunca la condición humana. Expresados siempre con un lenguaje sencillo, directo, a veces crudo y otras veces claramente panfletario (La insignia, por ejemplo), encauzado generalmente en versos cortos y arromanzados y en rima asonante, pocas veces en consonante, y algunas veces en versos muy largos y muy libres. Sus libros principales fueron los dos de Versos y oraciones de caminante (1920 y 1930), para mí los más sentidos, líricos y sinceros, a los que pertenece el poema que empecé a copiar más arriba y los que comienzan por los versos siguientes: “Ser en la vida / romero”, “Por la manchega llanura / se vuelve a ver la figura / de Don Quijote pasar”,  “¡Qué solo estoy, Señor; / qué solo y qué rendido / de andar a la aventura / buscando mi destino!”, “Para mí el bordón solo”, “De aquí no se va nadie”, “Señor, / yo te amo / porque juegas limpio”, “En el pozo la guardaron”, “Todos somos marineros”, “Siempre habrá nieve altanera / que vista al monte de armiño”,  “Viniste a glorificar las lágrimas…/ no a enjugarlas”, etcétera.
 

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El payaso de las bofetadas, poema  en prosa y verso (1938), donde, con palabras del propio León Felipe, “el poeta es el Gran Responsable (…) El poeta habla desde el nivel exacto del hombre”. El personaje principal es Don Quijote, por quien León Felipe sentía una admiración fervorosa. “El poeta no es aquel que juega habilidosamente con las pequeñas metáforas verbales, sino aquel que a quien su genio prometeico despierto le lleva a originar las grandes metáforas: / sociales / humanas, / históricas, / siderales. / Don Quijote es un poeta de esta clase. Es un poeta activo y de transbordo. Y se diferencia de todos los demás poetas ordinarios del mundo en que quiere escribir sus poemas no con la punta de la pluma, sino con la punta de la lanza. / Allí donde está la imaginación ha de estar la voluntad en seguida, / con la espada, / con la carne, / con la vida, / con el sacrificio, / con el ridículo, / con la pantomima, / con el heroísmo, / con la muerte.” 

Español del éxodo y el llanto (1939) es, según su autor, la “doctrina de un poeta español”, expuesta también en prosa y verso y algunos de cuyos poemas fueron recitados por primera vez en el Palacio de Bellas Artes de México, en septiembre del mismo año. Sus dos libros están llenos de lirismo, sarcasmo y tono panfletario, todo mezclado en un lenguaje bronco, sincero, auténtico. Son textos dignos de mención, entre otros,  Llanto y risa, Allí no hay nadie ya, El hacha, ¿Dónde está Dios?, o Un poema es un testamento, donde podemos leer versos como los siguientes: “El poeta murió. / El poeta fue enterrado, / el poeta se transformó en estiércol, / el estiércol abonó la avena, / la avena se la comió el buey, / el buey fue sacrificado, / con su piel labraron el curo, / del cuero salieron los zapatos… / Y con estos zapatos en que se ha convertido el poeta, / ¿hasta cuándo –yo pregunto, detectives--, / hasta cuándo seguirá negociando / el traficante de calzado? / ¿Por qué no hay ya zapatos para todos?”

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Ganarás la luz (1943), una de las obras más extensas de León Felipe (ocho libros)  dedicado a Juan Larrea y salido de un libro que iba a ser lo contrario de aquellos dos primeros de Versos y oraciones de caminante titulado Versos y blasfemias de caminante, que no encontró editor que quisiera publicarlo, así que, debidamente pulido, se llamó Ganarás la luz…Biografía, Poesía y Destino. Como los dos anteriores, también está compuesto por textos en prosa y verso, de los cuales convendría destacar Biografía, Poesía y Destino, Tal vez me llame Jonás, Hay dos Españas, La poesía está en la sombra, No he venido a cantar, Los muertos vuelven, ¿Y el hombre? o Nacimiento, donde leemos, entre otras cosas, “Había que contar las mareas y las lunas… / había que llevar la cuenta de las sombras de algún modo… / ¡Acuérdate! /Y comenzaste a contar las sombras con tu llanto. / Tu llanto rimó con la corriente de la sangre donde ibas flotando y navegando… / Lloraste hasta taladrar la roca de la cueva que golpeaba el mar, / hasta abrir una puerta en la carne dura del mundo… / ¡Acuérdate! / Aquel día entró el sol a buscarte con una rosa de fuego en la mano para desposarte con la luz. / Fue el día glorioso de tus primeras bodas…¡Acuérdate! / --No me acuerdo. ¿Y cuándo ha sido esto? / --¡Oh, condición del hombre, sin memoria, sin ojos y sin sueños! / Fue, será…¡Está siendo!... / Es el eterno nacimiento.”

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¡Oh, este viejo y roto violín! (1965) Dedicado a su amigo el poeta Díez Canedo, sigue la tónica de los anteriores, mezclando verso y prosa. En el Envío a Octavio Paz le confiesa que “Tampoco éste es un libro de poemas, y menos ahora que estás ahí tú con tu verbo y tu verso sustantivos, arañando, escudriñando en las entrañas del México que nace. Y tampoco en un gran libro. Es un libro escrito por un viejo payaso a los 81 años para hacer reír a la gente.” Así pues, el poeta, que ya es ochentón, con su violín viejo y roto, toca canciones que se le olvidaron en libros anteriores. Los textos se agrupan en nueve libros y entre otras cosas destacan los diálogos que mantienen el poeta y el arcipreste y algunos poemas en verso libre, como Auschwitz, El circo, Español, Insomnio, Autobiografía, Israel o Perdón, con el que cierra la obra y que empieza “Soy tan viejo, / y se ha muerto tanta gente a la que yo he ofendido / y ya no puedo encontrarla / para pedirla (sic) perdón. / Ya no puedo hacer otra cosa / que arrodillarme ante el primer mendigo / y besarle la mano. / Yo no he sido bueno…/ quisiera haber sido mejor. / Estoy hecho de un barro / que no está bien cocido todavía. / ¡Tenía que pedir perdón a tanta gente!... / Pero todos se han muerto.”

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El volumen  de Visor incluye además otros textos del poeta de Tábara, como Rocinante, que aparecería en 1969, donde habla de Cervantes, Don Quijote y su escuálido caballo, de la intrépida metáfora demiúrgica que emplea el Ingenioso Hidalgo y del Guernica de Picasso, entre otras cosas. Y Poesías sueltas y Otros textos poemáticos (Good by Panama, es uno de ellos) y Traducciones y paráfrasis (Canto a mí mismo de Walt Witman –Prólogo y paráfrasis de León Felipe- 1941). Y el Apéndice (Primeras poesías, Poesías suprimidas, Fragmentos y versiones incompletas y Notas).

Y acabo. En este recuerdo a León Felipe, he intentado hacer un recorrido sincero y emotivo por el quehacer poético de este prometeico poeta zamorano, nómada incansable y escudriñador de la condición humana, centrada en el español medio que se vio obligado a sufrir los horribles descalabros de la Guerra Civil y su posterior exilio arrastrando consigo la nostalgia inconsolable de su patria. Y todo expresado en un lenguaje bronco y desabrido, panfletario e injusto algunas veces con la  España que no quiso, pero siempre con sinceridad  y muchas veces con belleza lírica.  Ah, y por supuesto no olvido el eterno agradecimiento que debo a mis antiguos alumnos de 1979 por haber puesto en mis manos tan bella y generosamente el volumen de la Colección Visor de Poesía León Felipe Poesías completas.

 

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