viernes, 22 de noviembre de 2013

MÁS DE LUIS CERNUDA


Insistiendo en el recuerdo de Luis Cernuda a cincuenta años de su muerte en México, recojo hoy en esta entrada mis breves comentarios a los cinco poemas del poeta de la Generación del 27 que la revista La caña gris recoge en su homenaje de 1962.











Cinco poemas de Luis Cernuda (pertenecientes al libro Desolación de la Quimera, 1956-61, que se publicaría en México durante el curso del año 1963, en que tristemente se despediría de este mundo), página 5.
Dichos cinco poemas son los siguientes:

Luis de Baviera escucha Lohengrin, en el que el poeta adopta la figura histórica de Luis de Baviera para trasmitir sus propios sentimientos, característica ésta muy propia de Cernuda (lo mismo hará con Larra, Motzart, Lázaro…):
“Asiste a doble fiesta: una exterior, aquélla
de que es testigo; otra interior allá en su mente,
donde ambas se funden (como color y forma
se funden en un cuerpo), componen una misma delicia.
Así, razón y enigma, el poder le permite
a solas escuchar las voces a su orden concertadas,
el brotar melodioso que le acuna y nutre
los sueños, mientras la escena desarrolla,
ascua litúrgica, una amada leyenda.”

A propósito de flores, donde Cernuda medita sobre el paso del tiempo y sus efectos desoladores y lamenta el modo como el amor (representado por las flores, el lirio, “su color y su gracia”) que lo mantenía atado con felicidad al mundo, desaparece también con el tiempo, dejándole amargura y pureza a la vez, antes de morir.
¿Amargura? ¿Pureza? ¿O, por qué no, ambas a un tiempo?
El lirio se corrompe como la hierba mala,
y el poeta no es puro o amargo únicamente:
devuelve sólo al mundo lo que el mundo le ha dado
(ecos de Bécquer),
aunque su genio amargo y puro algo más le regale.”

Dos de noviembre, en el que Cernuda dirigiéndose a un tú que es él mismo, recuerda la muerte de sus seres queridos, mientras la naturaleza sigue su curso. El tiempo ha vuelto a hacer de las suyas, pero el alma se calma con los sentidos del cuerpo.
“Ahora tú sostienes
sólo la memoria:
el hogar remoto,
familiares sombras,

todo destinado
contigo al olvido.
El azul del cielo
promete, tan limpio.
(…)
A pesar del tiempo,
al alma, en la vida,
materia y sentidos
como siempre alivian.”

Del otro lado; aquí el poeta expresa la ausencia de un hombre por medio de dos amigos que recorren los lugares donde aquél vivió y el mito que la amistad crea sobre el desaparecido.
“Si él pudiera oírles, no se reconociera
en nada: extraño en el paraje,
sus actos y su vida, comentados,
aún no menos extraños. Las palabras de otros
el mito involuntarias tejen
de un existir cuando ya ausente o ido.”

Finalmente, Peregrino es excelente poema con el que Cernuda, utilizando otra vez el tú identificativo del yo poético, expresa su deseo de seguir adelante en su camino, sin mirar atrás y sin echar de menos destinos más fáciles.
“Sigue, sigue adelante y no regreses,
fiel hasta el fin del camino y tu vida,
no eches de menos un destino más fácil,
tus pies sobre la tierra antes no hollada,
tus ojos frente a lo antes nunca visto.”



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