lunes, 18 de agosto de 2008

LETRAS PARA EL OCIO

LETRAS PARA EL OCIO

SOBRE LA AFICIÓN A LA PINTURA


Una afición que me llena tanto como escribir es pintar. Suelo pasar muchas horas pintando cuadros nuevos o retocando otros anteriores. Con la pintura me pasa lo que con la escritura. No me canso nunca de revisar, corregir, borrar, rehacer lo hecho. Respecto a los temas de mi pintura, debo decir que lo mismo me da pintar bodegones que paisajes o figuras. Una vez, por poner un ejemplo, me puse a rehacer un cuadro de figura que representa a Esteban, mi hijo mayor, que es profesor de Historia del Derecho en la Universidad de Huelva, vestido con el ropaje holgado de la imposición de banda de doctor; el cuadro anterior tenía una especie de aureola alrededor de la cabeza, de pelo ensortijado y negro, que le daba aire de arcángel y que a mí no me acababa de convencer, junto con otros detalles que tampoco me gustaban. Cuando lo di por acabado, le dejé los labios menos carnosos y algo más separados de la nariz; la ropa más negra y púrpura y la camisa blanca como la nieve. El blanco de la camisa y el de los ojos le dan al nuevo retrato de mi hijo más viveza y mucha más inteligencia. Y en cuanto a la aureola, me limité a difuminar el fondo burdeos desde el marco hasta la silueta de la cabeza y los hombros.






UN PLIEGO DE POESÍA


Un día lluvioso de otoño me llegó con el correo el pliego de poesía El laberinto de Ariadna, correspondiente al verano-otoño de 2006; el poema Como si hablara Kavafis con el que colaboro aparece en la última página, justo encima de los créditos de la institución que lo edita y cuyo coordinador es el amigo Sérvulo. Con Felipe G. Sérvulo me une una amistad que dura desde los tiempos de la tertulia literaria de Azor, que regentaba José Jurado Morales en su casa barcelonesa de la calle de Borrell. Pero eso es remontarse mucho y lo que me importa de momento es agradecer el envío, aunque el poema se lo había enregado a Sérvulo en febrero, tras presentar en el Ateneo barcelonés el poemario de otro amigo común, Ambrosio Gallego, titulado El imperio de las luces. Los recuerdos son como cerezas, que coges una y te vienen con ella muchas otras. El poema no está mal y trata de la belleza y el paso irremisible del tiempo y sus efectos sobre ella.

"Pocas cosas tan bellas y tan frágiles

como la miel de dos cuerpos desnudos.

Bellas porque es la vida misma quien

florece y se eterniza en esas pieles

que se abrazan y escriben los poemas

de la luz que camina sin renuncias.

Frágiles porque están presas del paso

de la arena del tiempo, enferman, mueren

y dejan tras de sí luto y tristeza.

La delicia de dos cuerpos desnudos

con la huida del sol se hace memoria,

festín de los recuerdos. Sólo entonces

es belleza que florece en el verso."







OTRA VEZ ARANJUEZ MON AMOUR


A mí, personalmente, Aranjuez mon amour, de Richard Anthony, me trae tantos recuerdos que nada más poner el CD en la cadena y oír los primeros compases de la música que compuso el maestro Joaquín Rodrigo, enseguida me arrepentía de ponerlo en los días de Navidad, esos días en que al corazón se le aflojan todas las cuerdas, y me levantaba del sofá para parar la música, Eso era mi primera intención, pero, por una cosa o por otra, siempre esperaba a que acabara la canción. El feliz masoquismo es algo inherente a la persona. Y aunque aquella letra en castellano, cantada con la voz de un extranjero, me arañaba el alma, por otro lado me impregnaba de emoción.

"Mi amor,

mientras dos se quieran

con fervor,

no dejarán

as flores de brotar

ni ha de faltar

al mundo paz

ni calor a la tierra.

Dulce amor,

esas hojas secas sin color

que barre el viento

son recuerdos de un romance..."





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