Soy poeta porque quiero,
y, albañil del buen poema,
alzo el andamio del tema
con hierro y tablas de obrero.
Y el dolor es lo primero
que amaso en mi propia mano
con amor al ser humano
que conmigo hace la historia.
Dolor, amor y memoria
son mi verso castellano.
Escribo para encontrar
lo que siempre ando buscando:
la palabra que, aun callando,
quiere hablarme sin cesar.
Es el arte, es el azar
que en la noche más oscura
me alivian esta tortura
de buscar en soledad
la más alta claridad
de la poesía pura.
Mientras escribo un poema,
vivo una arcana aventura
de tristeza y de locura,
de sombra y de luz que quema.
Más que el sentido del tema,
importa el camino oscuro
y el esfuerzo puro y duro
por vestirlo como debe.
La palabra exacta y leve
y el sentimiento más puro.
La poesía es belleza,
arte, equilibrio y amor,
pero también es dolor,
miedo, fracaso, tristeza…
Cada verso es una pieza
del puzzle fiel de la vida,
y hay que alzarlo con medida,
con andamio de verdad.
La poesía es la edad
ardientemente vivida.
Las musas no vienen solas
a sacarme del problema
en que me ha puesto un poema
de arena ahogada en las olas.
Sólo el fiel trabajo a solas,
el acierto y el dolor
pueden traerme el favor
de las requeridas musas,
que entre palabras confusas
me dan un verso de amor.
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