martes, 9 de abril de 2019

MEMORIAS DE UN JUBILADO, POETAS DE AZOR (IV)




Nuestra segunda publicación en común, Azor en vuelo. Antología Breve de Veinte Poetas I, apareció, como queda dicho en 1980 en Ediciones Rondas, editorial de la que Jurado Morales era su artífice principal. En la Antología se notará la ausencia de nuestra amiga Encarna Fontanet por no llegar a tiempo de entregar los poemas para su edición, cosas del destino. Sin embargo, figuraría en Azor en Vuelo. Antología Breve de Veintidós Poetas II.

Veamos nuestras respectivas colaboraciones en ambas Antologías.
En Azor en vuelo I, José Carreta publicó cuatro poemas, cuyos títulos son: Otoño, Latitud, El viento, tres composiciones de verso libre, y A Federico en el instante de morir, soneto que había aparecido en su primer poemario Musas y sombras y que encontrará el lector en la Breve Antología Poética incluida al final de este ensayo; los cuatro poemas escritos con su estilo apasionado. Así termina Otoño:
        "...Mi mano se llena de ternura y aridez
en la bolsa del aire diluido
y ya no tiene flor que deshojar
ni rostro donde colgar su desvarío:
se dedica a cerrar los ojos de la noche
con guantes construidos de soles moribundos
y empapados de nieblas otoñales.” 

En cuanto a la contribución poética de Antonio Matea, se trata de un poema sin título, que empieza “Ah si el hombre pudiera encadenar la lluvia”, y tres titulados respectivamente Yo sé, incluido en la Breve Antología Poética del final del estudio, Los amigos y Poema 13. Las cuatro composiciones muestran versificación libre en el estilo de Matea: apasionamiento, crudeza, sencillez, sinceridad y lirismo. Un fragmento del Poema 13:
"...Mi sensación es de hombre,
grito el hombre,
por el hombre camino de rodillas.
¿Cómo saber si cabe poesía
entre la sensación de mi congoja?
Aprieto el puño,
siempre aprieto el puño,
y música y sudor
precisamente
no creo que eso sea poesía.” 

Y respecto a  mi presencia en Azor en vuelo I, la materialicé igualmente con cuatro poemas titulados: Zamora (en verso libre), Por qué recuerdo (en forma de romance), y El árbol como ejemplo y Cada experiencia, que son dos composiciones de heptasílabos y endecasílabos con rima asonante, variando ésta cada cuatro versos en la primera, y en los versos pares en la segunda composición. Como se puede advertir en Cada experiencia, mi poesía, de forma sencilla y sin grandes alardes expresivos, se basa en la memoria, en el paso inexorable del tiempo y en el amor a la familia, entre otros temas:
“Cada experiencia en silencio
actúa con garras de ladrón;
con sus dedos de tiempo y acechanzas
nos va robando la paz del corazón,
la paz de la memoria,
la paz entre hombre y Dios.
En cada experiencia,
en cada golpe de vida o de dolor
la paz de la redoma de la infancia
se nos va evaporando sin un solo rumor,
sin apenas notarlo,
como el sutil aroma de una flor,
como el agua entre los dedos,
como al ocaso la claridad del sol.”

Finalmente, la colaboración de Encarna Fontanet en Azor en Vuelo. Antología Breve de Veintidós Poetas II, son ocho poemas cortos, encabezados por números romanos, siguiendo también su estilo más personal, sentencioso, espiritual, contenido, abundancia de sintagmas nominales y apenas sin verbos. He aquí un par de muestras:
“Una alargada recta.
Monotonía.
Al final, una esquina.
Alguien en ella.
Una pregunta
vacía. Sin respuesta.”

“Una cruz para el hombre.
Otra cruz para el frío…
Miro atrás: un océano
de incoherentes cruces
devoró los caminos.
La soledad,
sin cruz y sin descanso,
avanza.”

Participaron también en sendas Antologías otros poetas de la tertulia, entre los cuales hay que citar a Esther Bartolomé, Cristóbal Benítez, José Díaz Borges, José Antonio Espejo, Juan Pastor y Vicente Rincón, de quienes aquí ya se ha hablado y se volverá a hacer en otros puntos de este ensayo.



Además de la tertulia del grupo Azor, nos sirvió de punto de unión Ediciones Rondas, especialmente entre los tres últimos, Carreta, Matea y el que esto escribe, Esteban Conde. En dicha editorial, que como ya se ha dicho, dirigía José Jurado Morales, publicamos algunos de nuestros primeros poemarios: José Carreta, Musas y sombras en 1979; Antonio Matea, Sonetos en gris mayor y Desterrado en 1977, y La mosca en 1978; mientras que yo daba a conocer mi Agua vivida en 1979.

Musas y sombras, de Carreta, es un bello poemario que agrupa un buen número de sonetos (50 para ser más exactos) en los que se advierte, como dice Jurado Morales en la solapa del libro, “el esfuerzo del poeta por alcanzar la perfección en el difícil Arte Mayor.” Y es verdad, porque en Musas y sombras Carreta, con el apasionamiento humanísimo que caracteriza su estilo, expresa con autenticidad los sentimientos que le inspiran la vida, la más exigente de las escuelas, y poetas tan acendrados en el andamio vital de cada día como Miguel Hernández o Federico García Lorca, sin olvidar  lecturas tan enjundiosas y sabias como El Quijote. El poemario se abre con el retrato que hace de Carreta su amigo Antonio Matea:
“Este es José Carreta,
como un fraile,
aunque no sean rosarios sus enseres,
y es como un abeto,
estético y ascético amén de otros detalles.
Obrero, viudo y libre, aparte de casado,
y bueno,
con la cáscara del torpe ser hispano
que lleva dentro el oro
de la sabiduría…”

Falta añadirle la pasión del poeta que decíamos antes y que el propio Carreta afirma de sí mismo y de su vida: “Metal incandescente he tenido por lecho; pero ningún fuego me ha quemado tanto como el ardor de mi pasión” (Musas y sombras, página 7). Y es que en Musas y sombras hay pasión amorosa a raudales por todo lo que le rodea a diario, desde las cosas más pequeñas y cercanas hasta las más elevadas. Muchos de los títulos y primeros versos de los sonetos lo expresan a las claras: La mirada, Libertad, Embarazo, Densidad, Quedamente vencióme tu figura, Fácil exceso mío este adorarte, Yo me entierro contigo, yo me muero, He colmado la luna que encendías, Solos los dos transidos por la herida, De tanto estar en ti, me emocionaba, Esta soledad sin ti es mi martirio, Renacer y dormirme en tu mirada, etcétera.

Como muestra un botón:
“Renacer y dormirme en tu mirada
como lo hace el sol sobre la sombra,
luego el gato maullar sobre la alfombra
buscando en la penumbra tu llegada.
Sentir tocar el timbre, su tonada,
idílico mensaje que te nombra,
mas nunca volverá lo que me asombra,
el cartón de tenerte retratada..."
Los dos libros que Matea publicó en Rondas el año 1977, Desterrado y Sonetos en gris mayor, son muy diferentes. El primero muestra el conmovedor autodidactismo de su autor, que en versos llanos (también en sonetos dedicados a las cuatro estaciones en Retrato de 1957), aunque bien construidos, retrata en ocasiones bronco y muchas más impregnado de honda ternura, su propio perfil humano desde una infancia dura hasta el obligado ejercicio de oficios humildes para ganarse la vida de él y su familia. El propio Matea resume el contenido de Desterrado con estas palabras: “Este es el drama, tranquilo y sin importancia, de un hombre que tuvo que irse de su pueblo.”

Me quedo con el primer poema del libro titulado Cerdanyola mi casa, del que extraigo los siguientes versos:
“Albacete es mi tierra,
Cerdanyola mi casa;
nada debo a ninguna,
mi corazón las ama…
Una me vio nacer…
me negaron el agua.
Aquí debo a mis manos
el tener una casa…
Al fin ambas me deben
lo que mi alma las ama…"

Respecto a Sonetos en gris mayor, conviene empezar afirmando de él que se trata de un poemario de altos vuelos. Premio Excelentísima Diputación Provincial de Albacete, 1957, es obra de un poeta maduro que conoce al dedillo el oficio de escribir versos, versos medidos y atados bella y pacíficamente en el estuche sagrado del soneto clásico. Las hojas del libro forman un andamio lírico compuesto de 54 sonetos, andamio dividido en varias secciones: “sonetos grises de tono suave”, sonetos desesperados”, “dejadez”, “con barniz místico”, bajo el signo de Eros”, “Quejas y lamentos” y “algunos sonetos de otros libros inéditos” (son los títulos que el propio poeta les puso), sonetos que además de explicar la evolución poética de Antonio Matea, retratan su modo de pensar y de sentir, su sencillez y naturalidad profundas y con contenido frente a la retórica vacía tan al uso, y también y especialmente su férrea voluntad, su vocación lírica.

Sonetos en gris mayor, en suma, es un libro escrito con la vida misma de su autor, con el sudor del trabajo diario, con los vaivenes de la familia, muy humano. Muchos sonetos elegiría para alabar este libro, que no en balde obtuvo público reconocimiento con un galardón literario, pero baste el siguiente como ejemplo. Se titula Felicidad y guarda ecos de Góngora, Fray Luis y otros clásicos:
“Quisiera ser cual soy, tener pan tierno,
un beso de mujer, de vino…un vaso,
que no quiero vivir con el fracaso
de buscar gloria y encontrar infierno.
¿Por qué ambicionar más si, en mi gobierno,
encuentro la salud hasta el ocaso
y el dulce hogar que acoge, donde paso
las horas frías del helado invierno?..."

Finalmente, La mosca, aparecido en la misma editorial en 1978, significa en la trayectoria poética de Matea, una incursión en el verso libre, donde se desenvuelve con parecida soltura. Estructurado en cinco partes, Mi nombre verdadero, Desde mi sed, Aroma de protesta, Resumen final y Poemas de cuatro libros inéditos, La mosca insiste en los temas que interesan más a Matea: el deseo de ser libre, la vocación de poeta, las dudas que asaltan al hombre en su vivir cotidiano, la amistad, la familia y la tierra de sus raíces manchegas. Y aquí, encerrados en versos de arte menor preferentemente, sin olvidarse nunca de su acendrada ternura, el poeta sabe endulzar las expresiones de más dura realidad. Como hace en el poema titulado Porvenir:
“Los ojos llenos de sol,
las manos llenas de viento
y el camino.
La raya del horizonte,
extraña línea confusa,
me sustenta…
Me sustenta de sombras
y de pájaros.
Compañero del alba,
cuando llega la noche siente frío.
Aún nos queda bastante:
ya resuenan mis pasos
por los pinos.”


Respecto a la única publicación en Ediciones Rondas de quien les habla, Esteban Conde, el poemario Agua vivida, apareció en 1979, un año más tarde de haber asomado en la tertulia de Jurado Morales. El propio director de la tertulia y de la editorial escribió en la solapa que se trataba de “un libro de poemas, bellos poemas, trazados con pleno conocimiento de las ramificaciones de la lírica.” A continuación añade de su autor que “tanto en el verso blanco, como en el de la exigente rima, se desenvuelve a la perfección; muestra de ello son, entre otros de sus poemas, los sonetos, perfectos, de trazadura sin escollos.” Finalmente, Jurado Morales afirma en el mismo lugar que “hay en la poesía de Esteban Conde mucha reflexión. La temática, con ser muy amplia, siempre está resuelta con buen estilo. Hay sobriedad en todo. Se trata de poesía de madurez, firmemente asentada sobre la base del conocimiento, por parte del autor, de lo que es la poesía en esencia: arte para el que él está muy bien dotado.”

No tengo nada que añadir, salvo mi agradecimiento por sus elogios sobre detalles acerca de mi quehacer poético, detalles que desconocía. Agua vivida posee tres partes: en la primera, Vuelve el río a su montaña, incluyo dos composiciones en verso libre dedicadas a mi Zamora natal y a la infancia y once sonetos de parecida temática, donde se emplea la memoria como punto de partida y como tema esencial. En la segunda parte, titulada Año vivido, intento hacer un retrato lírico de la ronda de los meses y las estaciones del año y sus repercusiones en los sentimientos del ser humano, representado en su mayoría por familiares, amigos y alumnos (por aquellas fechas yo era profesor de Lengua y Literatura española en un colegio privado del Vallés). Por ultimo, en la tercera parte, Poemas al viento, de fondo y forma variados, destaco la Oda a León Felipe, mi Agradecimiento al poeta Jurado Morales, maestro de poetas, y una especie de Credo poético por el que me regía en aquel tiempo (parte de lo que digo en él lo mantengo vigente en lo que todavía escribo).

He aquí ese Credo:
“Yo no busco bosques
apesadumbrados de tristeza,
ni ríos cuajados de crepúsculos
para hacer mis poemas.
Yo no busco el peligro
ni me invento las guerras
para que revienten de rabia
mis sencillos poemas.
Me basta lo diario,
me basta un hombre cerca,
una lluvia en el campo,
un amigo en mi puerta.
Y después, las palabras;
no las palabras huecas:
las palabras calientes
de un alma siempre en vela.”

Conviene recordar que también publicaron parte de su obra poética en Ediciones Rondas otros poetas de la tertulia Azor, como creo que ya queda dicho en este modesto estudio. Son los casos de Milagros Martín, con los libros Hablo con mi amigo el mar y Trenzados de viento;  Juan Pastor, con Cuatro poemas y un silencio y Sin labios para reír; Sofía Sala, con Retama en flor; José Díaz Borges, con Cantos a Miguel Hernández; José Membrive, con Del amor y la noche, o Cristóbal Benítez, con Del camino y la esperanza.

1 comentario:

  1. Quisiera saber si Ud. sabe que numero de "AZOR EN VUELO" correspondio a mayo-junio 1986. Necesito consultar ese volumen pero no tengo el dato exacto (vol / num) para solicitarlo. Agradecere mucho su respuesta = jbarquet@gmail.com

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