jueves, 24 de mayo de 2018

INTEMPERIE



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Intemperie (Seix Barral, 2013), de Jesús Carrasco, es la novela de la supervivencia. Con descripciones minuciosas a lo Azorín, cuidadísimo y exacto léxico rural, estilo claro, duro, a veces tremendista y siempre impactante, pinta con distanciamiento la historia de un niño que huye de su casa y es acogido por un viejo cabrero en una tierra inhóspita que la sequía ha convertido en una prueba de "sálvese quien pueda", con la amenza siempre de que un alguacil implacable, acompañado de un ayudante de la mima condición, dé con el niño para devolverlo a su casa. 
En el calvario de supervivencia que viven el viejo y el niño, aparece otro personaje sin entrañas, el tullido que regenta una posada en una aldea solitaria, que con engaños traiciona al pequeño para cobrar la recompensa que dan por él. Cinco personajes que defienden distintas posturas ante la vida: dos, el viejo y el niño, víctimas del odio, de defensa y conservación a cualquier precio; uno, el tullido, el Judas de la historia; y otros dos, el aguacil y su ayudante, que hacen de verdugos. 
El lector ya verá cómo cada cual intenta salir adelante con el papel que representa. Así como otros aspectos  que la novela proyecta, como el tándem enseñanza-aprendizaje entre el viejo pastor y el niño, del que la página 110 se hace eco cuando el chico quiere "demostrarle al cabrero que había aprovechado los días junto a él. Que, sin que se hubiera dado cuenta, lo había observado y que parte de su sabiduría se había transferido. No lo sabía, pero deseaba que el viejo se sintiera orgulloso de él."
Otro aspecto de la novela es la bondad que el viejo intenta transmitir al chaval, pese a la encarnizada defensa de la vida de ambos a la que se ven empujado a cada instante contra quienes quieren arrebatársela. El chico está convencido de que el buen hombre no representa "el mundo de los adultos, ese en el que la brutalidad se empleaba sin más razón que la codicia o la lujuria." Era la intemperie la que "le había empujado  mucho má allá de lo que sabía y de lo que no sabía acerca de la vida. Le había llevado al mismo borde de la muerte y allí, en medio de un campo de terror, él había levantado la espada en lugar de poner el cuello." (Ambas citas, en la página 162).
Muchos lectores pensarán, mientras leen Intemperie, de Jesús Carrasco, en el Delibes de Las ratas, por ejemplo. Cierto parecido sí tienen. Dos viejos, dos niños, el duro vivir del campo o la misma inclemencia del tiempo. Sin embargo, en Delibes casi siempre en la relación existente entre la tierra donde vive el hombre y éste, la primera suele hacer mejor al segundo, mientras que en el libro de Carrasco (es verdad que las situaciones se agravan personalmente al extremo), la tierra embrutece al hombre y lo convierte en la sombra de Caín.
De cualquier modo, Intemperie (podría añadirse codicia y lujuria), como revelación de un novelista joven que promete mucho, es una novela que seguirá dando que hablar. De hecho, este modesto comentario, a cinco años de distancia de su salida al mercado editorial es una prueba de ello. Ojalá cunda el ejemplo.
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3 comentarios:

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    1. Creo que la visión de Delibes y la de Carrasco son posibles en la relación del hombre con la naturaleza. Seguramente será el sentido moral de cada uno el que haga caer la balanza de un lado u otro. O dicho de otro modo, siempre habrá una predisposición personal a ver la tierra como amiga o enemiga, sobre todo si no es tomada como escenario donde se desarrolla la historia de cada uno, sino como actor necesario de dicha historia. Posiblemente suceda lo mismo con el entorno urbano.

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    2. Sin duda alguna. Ya lo hemos visto en nuestra literatura, desde el Lazarillo hasta La ciudad de los prodigios, donde el núcleo urbano actúa directamente sobre el modo de ser y hacer de los personajes.

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