martes, 3 de enero de 2017

MURILLO CUARTO CENTENARIO

 

Hoy empezamos a celebrar algunos centenarios de ilustres personajes de las diversas ramas del arte y la cultura que se cumplen este recién nacido 2017 con un pintor español de los pies a la cabeza: MURILLO.
Bartolomé Esteban Murillo nació en Sevilla a finales de diciembre de 1617. Hijo menor de un barbero con hacienda, quedó huérfano de padre y madre a los 9 años y fue tutelado por su hermana Ana, en cuya casa vivió hasta su casamiento en 1645. A los quince años inició su formación artística según muchos con Juan del Castillo, una de cuyas características principales era la expresividad que daba a los rostros de sus personajes pintados. Este rasgo se percibe en algunas de las primeras obras de Murillo, como La Virgen entregando el rosario a Santo Domingo. En Madrid, protegido por su paisano Velázquez, pudo estudiar las pinturas del Palacio. El mismo año de su matrimonio recibió su primer principal encargo como pintor: once lienzos para el claustro pequeño del convento de San Francisco de Sevilla (San Francisco confortado por un ángel o San Diego de Alcalá dando de comer a los pobres), en los que destaca el intenso claroscuro. Durante los años de la peste y sus terribles secuelas Murillo pintó muchas imágenes de devoción, destacando algunas de sus más conocidas obras, como la Adoración de los pastores o la Sagrada Familia del pajarito, y otras de asunto profano (el Niño espulgándose o la Vieja con gallina y cesta de huevos). Tras la llegada a Sevilla de Herrera el Mozo, nuestro pintor adopta los modos del barroco pictórico y así en su San Antonio de Padua evita la separación entre los mundos celeste y terrestre y unifica los espacios con una luz difuminada. De aquí a su época de plenitud sólo hay un paso, que da al fundar en 1660 en Sevilla, tras una breve estancia en Madrid, una academia de dibujo anatómico del desnudo. De esa época data el Nacimiento de la Virgen, pintura de una muy bien estudiada jerarquía de luces. Es también entonces cuando le llegan importantes encargos, como el de las pinturas de la iglesia de Santa María la Blanca (la Inmaculada Concepción o el Triunfo de la Eucaristía). A partir de ese momento no dejaron de salir de sus pinceles obras hermosísimas que ocupan las salas de los principales museos del mundo, incluido el Prado. Entre esas obras destacan las Inmaculadas Concepciones (alrededor de veinte), la más conocida y admirada, la de El Escorial; El Buen Pastor, San Juan de Dios, La curación del paralítico, Niños jugando a los dados y un largo etcétera. Bartolomé Esteban Murillo murió en Sevilla el 3 de abril de 1682, poco después de sufrir, según algunos, entre ellos Palomino, uno de sus principales biógrafos, una caída del andamio donde trabajaba en la pintura de los Desposorios de Santa Catalina.


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