miércoles, 30 de noviembre de 2016

EDUARDO MENDOZA, PREMIO CERVANTES 2016



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Noviembre se va dejándonos una noticia feliz perteneciente a la Literatura. Se trata del fallo del Premio Cervantes 2016 a favor del novelista barcelonés Eduardo Mendoza, siguiendo así la tradición o la costumbre, como se quiera decir, de alternar el premio más importante de las letras españolas entre un escritor hispanoamericano (el año pasado recayó en el mejicano Fernando del Paso) y un escritor español. En este caso, a nuestro Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943), que se dio a conocer con la excelente novela La verdad sobre el caso Savolta (1975), con la que obtuvo el Premio de la Crítica, novela que yo tuve el gusto de explicar en mis clases de Literatura para la Selectividad de ese año. Desde ese momento hasta el presente no ha dejado de publicar novelas, relatos, obras de teatro y ensayo. Entre las novelas destacan, además de la citada, que devolvió al lector el goce de la lectura en sí y el interés por la historia que se narra, las que forman la serie protagonizada por el detective que está ingresado en un manicomio (El laberinto de las aceitunas, El misterio de la cripta embrujada, La aventura del tocador de señoras, son tres de sus títulos), Riña de gatos (Premio Planeta de 2010) o La ciudad de los prodigios, otra de sus novelas más emblemáticas. De los libros de relatos citamos Tres vidas de santos y El camino del cole (para niños). En teatro destacó con Restauración y Gloria. Y como ensayista le debemos títulos como Barcelona modernista, escrito en colaboración con su hermana Cristina, o ¿Quién se acuerda de Palacio Valdés?, sin olvidar los interesantes y ágiles artículos publicados en El País. El jurado que le ha otorgado el último Premio Cervantes lo ha hecho valorando el que Mendoza continúa “la estela de la mejor tradición cervantina y posee  una lengua literaria llena de sutilezas e ironía, algo que el gran público y la crítica siempre supieron reconocer, además de su extraordinaria proyección internacional.” Entre los españoles galardonados con el Cervantes figuran, por ejemplo, Miguel Delibes, Ana María Matute, José Manuel Caballero Bonald, Juan Marsé, Antonio Gamoneda, Camilo José Cela, Giménez Lozano, Francisco Umbral, José Hierro o José García Nieto.
Desde aquí enviamos a Eduardo Mendoza nuestras más sinceras felicitaciones y añadimos como homenaje y admiración un texto suyo perteneciente a La verdad sobre el caso Savolta:

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“Lepprince era listo y, sobre todo, hábil: pronto se granjeó la confianza de Savolta, cuya salud se deterioraba a pasos agigantados. Es posible incluso que el magnate, inconscientemente, se dejara impresionar por la elegancia, maneras y apostura del francés, en quien veía, quizá, un sucesor idóneo de su imperio comercial y de su estirpe, pues, como es sabido, Savolta sólo tenía una hija y en edad de merecer. Así fue cómo Lepprince se convirtió en el valido de Savolta y obtuvo sobre los asuntos de la empresa un poder ilimitado. De haberse conformado con seguir la corriente de los acontecimientos, Lepprince se habría casado con la hija de Savolta y en su momento habría heredado la empresa de su suegro. Pero Lepprince no podía esperar: su ambición era desmedida y el tiempo, su enemigo; tenía que actuar rápidamente si no quería que por azar se descubriera la superchería de su falsa personalidad y se truncara su carrera. La guerra europea le proporcionó la oportunidad que buscaba. Se puso en contacto con un espía alemán, llamado Víctor Pratz, y concertó con los Imperios Centrales un envío regular de armas que aquéllos le pagarían directamente a él, a Lepprince, a través de Pratz. Ni Savolta ni ningún otro miembro de la empresa debían enterarse del negocio, las armas saldrían clandestinamente de los almacenes y los envíos se harían a través de una ruta fija y una cadena de contrabandistas previamente apalabrados. La posición privilegiada de Lepprince dentro de la empresa le permitía llevar a cabo las sustracciones con un mínimo de riesgo. Seguramente Lepprince confiaba en amasar una pequeña fortuna para el caso de que su verdadera personalidad y calaña se vieran descubiertas y sus planes a más largo plazo dieran en tierra.”

lunes, 21 de noviembre de 2016

MUESTRA SELECTA DEL THYSSEN EN BARCELONA





UN THYSSEN NUNCA VISTO se llama la exposición que puede admirarse en Caixa Forum de Barcelona hasta febrero de 2017. Yo he tenido la suerte de gozarla el pasado fin de semana. Son sesenta y tres piezas distribuidas en cinco bloques temáticos: el primero, Sacrum mysterium, está dedicado a la pintura religiosa (crucifixiones y anunciaciones, principalmente), con pinturas, entre otros, del Veronese, el Greco  o Chagall. El segundo, Dramatis personae, es una colección de retratos y autorretratos realizados por Rafael, Rubens, Rembrand, Hopper o Picasso. El tercer bloque, Vanitas, recoge bodegones y naturalezas muertas de Heda, Cezanne, Juan Gris o el mismo Picasso. El cuarto bloque temátivo, De rerum natura, abarca el paisaje general y de las grandes panorámicas, así como el denominado paisaje cósmico, nombre acuñado por el pintor flamenco Patinir, sin olvidar el de los bosques y rincones de arroyos entre verdes espesuras o marinas; en las salas correspondientes a este apartado pueden admirarse obras de Corot, Ruysdael o Courbet. Y el quinto y último bloque, Scaena urbis, pinta el espacio urbano de ciudades como Venecia, Amsterdam o París, con obras del Canaletto, Pisarro, Feininger, entre otros. Empaparse de tan exquisitas pinturas resultó una experiencia insustituible para poder meterse en el alma del artista que las realizó.

  
Milagros pintados de la categoría de la Madre de Dios de la Humildad, de Fra Angelico, el retrato de Antonio Anselmi, de Tiziano, al que sólo le falta hablar,  la muerte retratada por Lucien Freud de esa mujer de rostro macilento del que puede ser su último retrato, un retrato a medias, hecho con miedo a no llegar (¿adónde?), o la dama hilando de Henskerck (ah, ese hilo blanco y sutil que cruza el cuadro de izquierda a derecha, me recuerda tantas cosas de mi primera casa de Barcelona), o el fámelico San Jerónimo, de Ribera, acariciando la blanca y metafísica calavera, o mi Beckmann favorito, el retrato de su mujer Quappi, aguantando con sus dedos largos el cigarrillo que humea y mirando con sus ojos verdes al visitante que se acerca a observarla, y un largo etcétera de ventanas abiertas a la reflexión sobre el destino y el compromiso del género humano sólo pueden admirarse ahora en la Caixa Forum de Barcelona, ese edificio modernista que atrae al curioso en su paso hacia el MNAC, otro nido de arte de alcance universal.