viernes, 9 de noviembre de 2007

Reliquias

La Doncella de Orleans, que fue condenada a morir en la hoguera acusada de brujería a los diecinueve años de edad y canonizada en 1920, fue enterrada en un lugar desconocido de Rouen a mediados del siglo XV. Parte de sus restos fueron descubiertos por un farmacéutico de París al hacer inventario del contenido de la botica que acababa de adquirir en una jarra de cerámica, con un pergamino doblado en su interior que decía que aquellos huesos eran las reliquias de Juana de Arco. Ni que decir tiene que ante aquel hallazgo se armó un revuelo de padre y muy señor mío. La rehabilitación de la heroica doncella que ya llevaba haciéndose desde el mismo siglo de su desaparición, adquirió dimensiones extraordinarias, y sus llamadas reliquias fueron enterradas con el boato y respeto de una santa en un templo cristiano. Sin embargo, hace poco el científico Charlier, encargado de analizar los huesos y el fragmento de la ropa pertenecientes a Santa Juana de Arco, llegó a la conclusión de aquellos restos pertenecían a una momia egipcia y al fémur de un gato. ¡Vaya chasco! ¡Ah!, y lo del hueso de gato que nadie se extrañe. Según las costumbres de la época de la Doncella de Orleans, solían arrojarse gatos negros a las hogueras donde eran quemadas las mujeres acusadas de brujería.

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