jueves, 21 de febrero de 2008

Dejaremos perder estos días

DEJAREMOS PERDER ESTOS DÍAS


I.

No te empeñes en recordar el aire
que sopló otros veranos
ni el sol de otros vencejos
ni aquel pinar que ya no es este otro.
Respira
ahora este aire como si
fuera el último, disfruta
de este sol ahora que puedes,
habita este pinar que al fin alivia
en tu regreso aquella herida abierta.

¡Qué diferente es todo en tu regreso
de aquel lejano julio
en que tuviste que dejar tu nido!
El aire te saluda,
el sol pauta tus horas
y el pino te da palio de perdón.
¡Qué diferente es todo en tu regreso!
Ni mejor ni peor.
¡Sólo distinto!
El rojo Duero
en Aranda te hablaba como ayer.
Y en la teta dormida del castillo
de Peñafiel las torres almenadas
intentaban tentarte con las rejas
del pasado donde yace tu alma.



Pero estas viñas del pinar son caldos
de paladares venideros, son
de ahora y de futuro entre las manos
de los vendimiadores.

El tiempo ya no es otro que el que late
en tu sangre aquí y ahora,
como tú que caminas
de nuevo por tu tierra.
Lo mismo que este aire y este sol,
el pinar y la viña, tolvas fieles
para tu trigo en caña y bien maduro.








II.

La noche es una novia que te espera
desde la infancia. Nada sabe ahora
de lo que arde en tu corazón
cuando atraviesas la plaza del museo
camino del hotel. La besarías
en los labios de la memoria ardiente,
le hablarías del río cuando a solas
lo sentías rezar en las azudas
mientras tu madre te llamaba a casa
desde el balcón central como si fuera
la diosa de las horas y el verano.
Pero la noche es una dama adulta
también, y tú lo sabes, y te espera
para enseñarte la magia de la almena,
del castillo que salva a flecha y fuego
el corazón del alma, el hueso puro,
el andamio que aguanta la alianza
entre la luz de ahora que abre trochas
y la sombra de ayer que clava tablas.
Por eso sigues vivo en las troneras
y, aunque herido, aún no has sido derrotado.






III.

Demasiada emoción para este día
primero de tu vuelta.
Que no te hablen
de la ciudad sitiada por más tiempo.
Que te hablen de estos hombres que han crecido
con el recuerdo olvidado en un armario,
atentos sólo al vino que derraman
sobre el mármol del dominó y los puños
de sus limpias camisas. Cuyas manos
igual vendimian que modelan jarras
o vírgenes para sus devociones.
Que te hablen de estos hombres serios, hondos,
que dan la espalda al hambre de la infancia
y te miran ufanos cuando cuentan
lo que tienen ahora, alguna finca
plantada junto al Duero o el gran festín
para esta misma noche. Demasiada
emoción para este primer día.
El cielo arde bajo este calor seco
que no sentían antes, como este
fuego que se despierta en ti de pronto,
candela que no quema pero salva.








IV.

Con encogido corazón enfilas
la calzada donde el hotel te acoge
como a otro forastero. Porque eres
como otro forastero
que viene a ver las joyas del románico
y a revivir la hiel de las traiciones.

Después, al caer el sol, con ropa nueva
y sin temor a ser reconocido,
pasearás por calles que son tuyas
y que un día a tu alma encadenaron.

Ésa es la suerte del que vuelve
al borde del olvido.
Así es mejor. Así todos sois nuevos
y no estará instalada la nostalgia
en medio de la calle.
Tú aventajas a todos. Nadie sabe
que tú eres uno de ellos, que otro julio
te echó de aquí por cosas de la vida
y ahora vuelves a rescatar tu alma.

Eso piensas ahora aquí, en reposo
sobre la cama del hotel que lleva
el nombre de la historia en la fachada.
Igual que tú, que llevas en los ojos
la luz de la ciudad, que no ha perdido
la claridad que da cuando la amas.


Tal vez así es mejor. Acaso veas
el cuerpo de la tierra como es,
cambiante como un árbol en el soto,
como el río en la aceña
o en la crecida trágica de enero.

En el fondo, los mismos, como el puente
Bajo el palio inmutable de la noche.
Como el niño que aún late en tu cuerpo.

1 comentario:

  1. Hay ausencias que no esperan a julio.
    Se producen, por ejemplo, en febrero.
    No dejan el recuerdo del sol dorado de la tarde.
    Solo el frio gris y las nubes en el alma vacia.
    Ella se fue en febrero llevandose las palabras secretas.
    Febero sera invierno y otoño para siempre.
    Sin la promesa del verano y los susurros casi oidos.
    Ella se fue en febrero y el alma vivira en invierno.

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