PALABRAS INICIALES
Las páginas que siguen son
un pequeño homenaje, fruto del amor, a la
historia, el arte, la devoción popular, las costumbres, los lugares especiales,
las gentes, la vida, en suma, de una ciudad que sabe combinar a la perfección
su pasado con el presente para enfrentarse al futuro sin dejarse llevar por la
nostalgia, a diferencia de la persona que ha recopilado este homenaje, que continúa
añorando gran parte de lo vivido, sentido y asimilado en la ciudad del alma de
sus primeros veinte años de vida, incluso las emociones que ha vuelto a vivir
en sus retornos a Zamora, el último de los cuales, julio de 2006 (ya prepara
otro que desea cercano), le sirvió para ver algunos cambios físicos sufridos
por la ciudad, para bien casi todos, y de despedirse del artista Ramón
Abrantes, que ya estaba muy enfermo.
Este homenaje escrito se
hace eco, como se anuncia más arriba, de algunos momentos estelares de la
historia de nuestra ciudad, como los que se refieren al Cerco que sufrió en la
Edad Media a cargo del rey don Sancho, o a la evolución vivida por las aceñas a
través del tiempo, desde que eran molinos que trabajaban para la diócesis de la
capital hasta acabar siendo espacios de esparcimiento e incluso museos de la
actividad y labor a que se dedicaron en su origen, por citar dos casos. También
he querido que el arte ocupe un lugar destacado en las páginas que siguen,
sobre todo, el que habla de los templos, palacios y edificios, testigos de los
diversos estilos arquitectónicos que han respirado el cielo de Zamora a lo
largo de los siglos. Desde el mágico románico, cuya representación es con mucho
la más abundante, hasta el modernismo, pasando por el gótico y el barroco; sin
olvidar otros monumentos y manifestaciones artísticas pertenecientes a la
escultura y la pintura que, a excepción del monumento a Viriato, que adquiere
por sí mismo nombre propio, aparecen relacionados con otros aspectos
mencionados más arriba, y con la devoción popular y, en lugar destacado, nuestra singular
Semana Santa.
Asimismo he querido mostrar
mi admiración por la gente de la tierra que logró que el nombre de Zamora se
haya extendido fuera de los límites de su Comunidad Autónoma y de nuestro país,
concretándola en los escultores Ramón Abrantes, Ramón Álvarez o Antonio
Pedrero, el poeta Claudio Rodríguez y el primer obispo San Atilano. Si bien hay
otros nombres que tienen que ver con la intrahistoria de muchos de nosotros,
con la vida cotidiana del barrio y la ciudad.
Como podrá comprobarse nada
más abrir estas páginas, y para favorecer su lectura, he dispuesto por orden
alfabético, si bien a la inversa, es decir de la Z a la A , respetando la palabra Zamora,
los puntos tratados referidos a la gente
de la tierra, a sus lugares con encanto, al arte y a la historia de la ciudad,
así como a la Semana
Santa y otras manifestaciones devoto-populares.
Y basta de palabras iniciales
y enfréntese el lector de una vez con las que vienen a continuación, que la
demora hace que el viento acabe llevándose unas y otras. Asimismo espero que permanezcan
mucho tiempo en las mentes y los corazones de todos los zamoranos, de casa y de
fuera, y les sirvan para mantener siempre vivas las emociones que vivieron en
su infancia o en alguna otra etapa de sus vidas. He nombrado la infancia porque
es el periodo vital en que mejor calan en el alma las enseñanzas de nuestros
padres que nos abrieron el corazón a los valores espirituales de la tierra, y
las de los libros que hablan de las hazañas y sacrificios de los héroes de
nuestra historia. Amén.
El autor, Tossa de Mar,
primavera de 2018
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