León Felipe nació en Tábara (Zamora) en 1864. Hijo de un notario, vivió
en distintas ciudades hasta que la familia se asentó en Santander. Aquí, en la
capital de Cantabria y en otras poblaciones León Felipe ejerció como
farmacéutico, aunque trabajó también de actor en varias compañías que recorrían
España representando obras de los clásicos y nunca dejó de escribir poesía.
Contactó con el grupo de la revista España, donde publicó sus primeros poemas.
En 1920 publicó Versos y oraciones de caminante, un poemario de voz propia que
nada tenía que ver con lo que entonces se escribía en nuestro país. Volvió a su
vida de nómada en Guinea, México o Estados Unidos, donde tras estudiar en la Universidad de
Columbia y dar clases en distintas universidades, publicó el segundo volumen de
Versos y oraciones de caminante (1930). Tradujo también obras de otros poetas
como W. Witman, que junto con la
Biblia , fueron sus máximas influencias, especialmente en el
tono acusador y profético. Al declararse nuestra Guerra Civil, León Felipe se
hallaba en Panamá, país al que, una vez regresado a España, escribe los versos
de Good by Panama. En 1937 dio a conocer y recitó muchas veces su poema La
insignia (Alocución poemática) que es algo así como un canto a la lucha y a la unidad de los grupos republicanos
españoles y que le costó el exilio a México. Allí, en el país americano
residirá hasta su muerte, ocurrida en 1968..
Mi admiración por León Felipe me
viene de siempre, podríamos decir, y ya a mi llegada a Barcelona (1964), cuando
conocí a mis amigos pintores catalanes, formamos la tertulia Jíos, en la que
hablábamos de arte y literatura y me pedían que les hablara de los poetas
zamoranos y recitara algunos poemas suyos. Pues bien, yo citaba de vez en cuando a León
Felipe y les leía algunos versos y oraciones de caminante, como aquellos que
empezaban “cuando andemos sin prisas, / ¡qué silencio tan grande habrá / sobre
la tierra.”. Algunos años después cuando publiqué en Rondas Agua vivida (1979),
incluí en la Tercera Parte, Poemas al viento, con cita de León Felipe (“Me
entrego humildemente al viento”), una Oda dedicado al poeta de Tábara que dice, entre
otras cosas, “…Y es que había dentro de ti / un fuerte viento / que volcaba
infernal los escenarios / de tu infancia, / que borraba el horizonte / de tu
vida española, / que empujaba tu paz / cada vez más lejos / de la tierra que
amabas. / Y es que había en tu silencio / un viento fuerte / que acabó por
arrancar tu honda raíz / y echar tu tronco, ya talado, / a la corriente arisca
del río del destierro.”
Para entonces ya me había licenciado en Filología
Románica y era profesor de Lengua y Literatura en un colegio privado del
Vallés. En mis clases, siempre que tenía ocasión, mencionaba a los poetas de mi
tierra, Claudio Rodríguez, León Felipe, etcétera, y entre los poemas que incluí
en mi libro La Lengua
diaria, que era el manual de texto de BUP, estaba aquel de León Felipe que
comienza “Así es mi vida, / piedra, / como tú. Como tú, / piedra pequeña; /
como tú, / canto que ruedas / por las calzadas / y por las veredas; / como tú,
/ que en días de tormenta / te hundes / en el cieno de la tierra / y luego
centelleas / bajo los cascos / y bajo las ruedas…”
Y muchos años más tarde,
cuando yo ya no formaba parte de la vida de aquel Colegio y enseñaba en un
Instituto, un grupo de antiguos alumnos quisieron agradecerme mis afanes
docentes por enseñarles a amar la literatura invitándome a una cena memorable
que llevaré en mi corazón mientras viva; y al final de la cena me
sorprendieron aún más regalándome algunos libros que sabían eran de mi
predilección, y entre ellos, las Poesías completas de León Felipe, una
espléndida edición de la Colección Visor
de Poesía, la primera página llena con sus firmas y dedicatorias. No tuve palabras para agradecerles lo suficiente aquella
hermosa muestra de generosidad. Fue una noche, digo, mágica por inesperada.
Después me han seguido honrando con nuevos encuentros y nuevas muestras
cariñosas de agradecimiento, la última vez este mismo año de 2018 en que
escribo estas modestas notas de recuerdo, y por ello siempre seré yo el
eternamente agradecido a ese grupo de leales alumnos, hoy en día hombres hechos
y derechos con oficios y dedicaciones variadas en las que me consta cumplen con
verdadera y responsable profesionalidad.
Volviendo a León Felipe, y siempre con la memoria puesta en esos
homenajes cariñosos de mis queridos alumnos, comento brevemente su trayectoria
poética, cuyo tema fundamental fue siempre la guerra, la derrota y el exilio
iluminados con una actitud reivindicativa, sin olvidar nunca la condición
humana. Expresados siempre con un lenguaje sencillo, directo, a veces crudo y
otras veces claramente panfletario (La insignia, por ejemplo), encauzado
generalmente en versos cortos y arromanzados y en rima asonante, pocas veces en
consonante, y algunas veces en versos muy largos y muy libres. Sus libros
principales fueron los dos de Versos y oraciones de caminante (1920 y 1930),
para mí los más sentidos, líricos y sinceros, a los que pertenece el poema que
empecé a copiar más arriba y los que comienzan por los versos siguientes: “Ser
en la vida / romero”, “Por la manchega llanura / se vuelve a ver la figura / de
Don Quijote pasar”, “¡Qué solo estoy,
Señor; / qué solo y qué rendido / de andar a la aventura / buscando mi
destino!”, “Para mí el bordón solo”, “De aquí no se va nadie”, “Señor, / yo te
amo / porque juegas limpio”, “En el pozo la guardaron”, “Todos somos
marineros”, “Siempre habrá nieve altanera / que vista al monte de armiño”, “Viniste a glorificar las lágrimas…/ no a
enjugarlas”, etcétera.
El payaso de las bofetadas, poema
en prosa y verso (1938), donde, con palabras del propio León Felipe, “el
poeta es el Gran Responsable (…) El poeta habla desde el nivel exacto del
hombre”. El personaje principal es Don Quijote, por quien León Felipe sentía
una admiración fervorosa. “El poeta no es aquel que juega habilidosamente con
las pequeñas metáforas verbales, sino aquel que a quien su genio prometeico
despierto le lleva a originar las grandes metáforas: / sociales / humanas, /
históricas, / siderales. / Don Quijote es un poeta de esta clase. Es un poeta
activo y de transbordo. Y se diferencia de todos los demás poetas ordinarios
del mundo en que quiere escribir sus poemas no con la punta de la pluma, sino
con la punta de la lanza. / Allí donde está la imaginación ha de estar la
voluntad en seguida, / con la espada, / con la carne, / con la vida, / con el
sacrificio, / con el ridículo, / con la pantomima, / con el heroísmo, / con la
muerte.”
Español del éxodo y el llanto (1939) es, según su autor, la “doctrina de
un poeta español”, expuesta también en prosa y verso y algunos de cuyos poemas
fueron recitados por primera vez en el Palacio de Bellas Artes de México, en
septiembre del mismo año. Sus dos libros están llenos de lirismo, sarcasmo y tono
panfletario, todo mezclado en un lenguaje bronco, sincero, auténtico. Son
textos dignos de mención, entre otros,
Llanto y risa, Allí no hay nadie ya, El hacha, ¿Dónde está Dios?, o Un
poema es un testamento, donde podemos leer versos como los siguientes: “El
poeta murió. / El poeta fue enterrado, / el poeta se transformó en estiércol, /
el estiércol abonó la avena, / la avena se la comió el buey, / el buey fue
sacrificado, / con su piel labraron el curo, / del cuero salieron los zapatos…
/ Y con estos zapatos en que se ha convertido el poeta, / ¿hasta cuándo –yo
pregunto, detectives--, / hasta cuándo seguirá negociando / el traficante de
calzado? / ¿Por qué no hay ya zapatos para todos?”
Ganarás la luz (1943), una de las obras más extensas de León Felipe (ocho
libros) dedicado a Juan Larrea y salido
de un libro que iba a ser lo contrario de aquellos dos primeros de Versos y
oraciones de caminante titulado Versos y blasfemias de caminante, que no
encontró editor que quisiera publicarlo, así que, debidamente pulido, se llamó
Ganarás la luz…Biografía, Poesía y Destino. Como los dos anteriores, también
está compuesto por textos en prosa y verso, de los cuales convendría destacar
Biografía, Poesía y Destino, Tal vez me llame Jonás, Hay dos Españas, La poesía
está en la sombra, No he venido a cantar, Los muertos vuelven, ¿Y el hombre? o
Nacimiento, donde leemos, entre otras cosas, “Había que contar las mareas y las
lunas… / había que llevar la cuenta de las sombras de algún modo… / ¡Acuérdate!
/Y comenzaste a contar las sombras con tu llanto. / Tu llanto rimó con la
corriente de la sangre donde ibas flotando y navegando… / Lloraste hasta
taladrar la roca de la cueva que golpeaba el mar, / hasta abrir una puerta en
la carne dura del mundo… / ¡Acuérdate! / Aquel día entró el sol a buscarte con
una rosa de fuego en la mano para desposarte con la luz. / Fue el día glorioso
de tus primeras bodas…¡Acuérdate! / --No me acuerdo. ¿Y cuándo ha sido esto? /
--¡Oh, condición del hombre, sin memoria, sin ojos y sin sueños! / Fue,
será…¡Está siendo!... / Es el eterno nacimiento.”
¡Oh, este viejo y roto violín! (1965) Dedicado a su amigo el poeta Díez
Canedo, sigue la tónica de los anteriores, mezclando verso y prosa. En el Envío
a Octavio Paz le confiesa que “Tampoco éste es un libro de poemas, y menos
ahora que estás ahí tú con tu verbo y tu verso sustantivos, arañando,
escudriñando en las entrañas del México que nace. Y tampoco en un gran libro.
Es un libro escrito por un viejo payaso a los 81 años para hacer reír a la
gente.” Así pues, el poeta, que ya es ochentón, con su violín viejo y roto,
toca canciones que se le olvidaron en libros anteriores. Los textos se agrupan
en nueve libros y entre otras cosas destacan los diálogos que mantienen el
poeta y el arcipreste y algunos poemas en verso libre, como Auschwitz, El
circo, Español, Insomnio, Autobiografía, Israel o Perdón, con el que cierra la
obra y que empieza “Soy tan viejo, / y se ha muerto tanta gente a la que yo he
ofendido / y ya no puedo encontrarla / para pedirla (sic) perdón. / Ya no puedo
hacer otra cosa / que arrodillarme ante el primer mendigo / y besarle la mano.
/ Yo no he sido bueno…/ quisiera haber sido mejor. / Estoy hecho de un barro /
que no está bien cocido todavía. / ¡Tenía que pedir perdón a tanta gente!... /
Pero todos se han muerto.”
El volumen de Visor incluye además
otros textos del poeta de Tábara, como Rocinante, que aparecería en 1969, donde
habla de Cervantes, Don Quijote y su escuálido caballo, de la intrépida
metáfora demiúrgica que emplea el Ingenioso Hidalgo y del Guernica de Picasso,
entre otras cosas. Y Poesías sueltas y Otros textos poemáticos (Good by Panama,
es uno de ellos) y Traducciones y paráfrasis (Canto a mí mismo de Walt Witman
–Prólogo y paráfrasis de León Felipe- 1941). Y el Apéndice (Primeras poesías,
Poesías suprimidas, Fragmentos y versiones incompletas y Notas).
Y acabo. En este recuerdo a León Felipe, he intentado hacer un recorrido sincero y emotivo por el
quehacer poético de este prometeico poeta zamorano, nómada incansable y
escudriñador de la condición humana, centrada en el español medio que se vio
obligado a sufrir los horribles descalabros de la Guerra Civil y su posterior
exilio arrastrando consigo la nostalgia inconsolable de su patria. Y todo
expresado en un lenguaje bronco y desabrido, panfletario e injusto algunas
veces con la España que no quiso, pero
siempre con sinceridad y muchas veces
con belleza lírica. Ah, y por supuesto no olvido el
eterno agradecimiento que debo a mis antiguos alumnos de 1979 por haber puesto
en mis manos tan bella y generosamente el volumen de la Colección Visor
de Poesía León Felipe Poesías completas.
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