Inicio hoy una antología, antojada como todas las antologías (si no no sería antología), de poesía catalana contemporánea, y he empezado un poco al azar como se empiezan las actividades que a uno le gustan.
De Àlbum de
familia, de Narcís Comadira, destaco los tres siguientes:
1. 4 de febrer de 1945, página 29
Y tú, papá, gran cabronazo, ¿qué hacías
allí
en lo alto de la tribuna, si no eras
fascista?
Vestido de azul marino, tieso como
clavado en tierra, lejana la mirada,
pareces estar ausente de todo. ¿Poder?
No tenías ninguno.
¿Ventajas? Tampoco. A lo mejor querías
ver teatro gratis desde la lonja
municipal,
vestir de gala en lo alto del
presbiterio
las fiestas de guardar, mientras la
catedral
se llenaba de creyentes durante el
espectáculo.
(Un reflejo azul muy claro me llega del
brillante
que llevas en la corbata mientras yo,
protegido
en algunas faldillas, me lleno poco a
poco
de tiniebla y de miedo, de pecado y
escalofríos.)
Sin embargo, ahora, es una mañana de
invierno
y tú permaneces en lo alto de la
tribuna,
rodeado de gente extraña, de señoras
elegantes y adornadas con pieles, Evas
Perón hispanas,
mujeres del general, del juez, del
delegado de Hacienda…
Tienes casi cuarenta años, dos hijos y
medio,
un uniforme azul marino como Dios manda
en estos años domados
y eres aún
hijo de papá sin casi comprenderlo
(demasiados hermanos para una tarta tan
pequeña)…
Pero tú poco piensas en ello: eres el
mayor.
Y con la mirada lejana, desde lo alto de
la tribuna
ves cómo pasa el desfile.
También
así se te pasarán
los veinte años de vida que te quedan,
siempre un poco ausente, siempre como si
llevases
un uniforme extraño, con la cabeza bajo
el ala,
preservándote de todo, caminando poco a
poco
por un mundo que ya jamás sabré si era
el tuyo.”
2. Grup de família,
33
Del blanco al negro un preciso punto
gris
nos hace a todos personales y nos
concentra en la forma
que ahora tenemos: unos años que ya han
pasado
y delante un horizonte: todos los
mayores
lo miran sonrientes. Hijos y padres
saben que han vivido por los que vendrán
después.
Sólo los dos pequeños, inocentes del
futuro,
lo miran escépticos y serios.
Después de mí nadie: nacido para nada:
abocado a la crónica.
3. Adolescència,
4
No volverás al reino abandonado,
a los senderos de junio, al arroyo
umbrío
bajo el dosel de los verdísimos
castaños,
al húmedo rincón donde crecen las
fresas,
a las márgenes claras donde los
guisantes de olor
se enlazan con clemátidas y forman
diademas
con chupamieles, coronas para una danza
antigua.
Deja que todo se borre y un alba de
inquietudes
cierre las ilusiones, que se te vuelvan
pálidas;
que el olvido pueda estancarte los
prados perfumados,
la claridad de las hierbas locas
donde el concierto del abejorro destruía
los proyectos felices: deja que todo se
borre,
que todo se pierda ahora, hasta las
lágrimas.
Del libro Ciència exacta, de Manuel
Forcano, los siguientes poemas:
4. Un vaixell a tota màquina, página
81
En nuestro mapamundi
yo era una ciudad a ras de mar
y tú el océano pintado de azul.
El amor, un barco
a toda máquina
que no sabe que navega
con una vía abierta en el casco.
En los astilleros no veo a nadie
a quien reclamar
pese a las pruebas:
estos versos
son objetos personales
de uno de los ahogados.
5. L’ahir, 29
Al menos reconozcámoslo:
somos de condición mudable,
prometemos
y no cumplimos.
A veces el deseo es un combate cruento
entre fuerzas desiguales.
Muchas otras cosas podría decir
de nuestros días juntos.
¿Pero qué sentido tendría
hacer sonar ahora mis ayes y lamentos
y hacer salir de sus madrigueras
escarabajos y serpientes?
El ayer es una tumba vacía
por donde ya han pasado
los ladrones.
6. Com el vent, 39
Como el viento que se come por las
puntas
las banderas, así comenzamos
a desamarnos.
Y qué espectáculo el nuestro,
fabricando fallidas una esperanza
tras otra.
De estos años, sí,
quedan algunos bellos recuerdos,
espadas que brillan
hasta en las tinieblas.
Pero ahora lo veo claro:
éramos un árbol que crecía
con hachas en las raíces.
Cuántas veces
se me ha borrado este poema
por las lágrimas.
7. Com qui desplega ,43
Como quien despliega entre las manos
el mapa de la isla del tesoro
y sólo le queda ir allí,
el deseo.
Ve allí.
Que nada te pare. Todo es posible.
A veces se ve la luna
en un cielo soleado.
8. Estella, 67
Todo lo que dejamos de decirnos
ahora se me ha hecho un bosque
impenetrable,
sin caminos,
con rastros de lobos
en la nieve.
Y nuestro adiós,
un árbol altísimo, inmenso,
que ni muchos hombres cogidos de las
manos
abrazarían.
Cada día me planto allí delante
asido a un largo mango de hacha.
Hasta que las fuerzas me abandonan
sólo arranco astillas,
pocas.
Una de ellas es
este poema.
9. El poema, 97
Hablamos sólo para vender de nosotros
quincalla. En la laguna pantanosa
de todo lo que decimos
engarzamos palabras
como viento que mueve, consumidos los
juncos,
el cañaveral.
Pero de repente
un ánade alza el vuelo
y le brillan las plumas
de colores:
el poema.
Escuchad el batir de alas, contempladlo,
depuestas las escopetas
del silencio.