Los cuatro poetas de Cerdanyola que formamos parte de la tertulia de Jurado (perdón por el atrevimiento de incluirme) somos Encarna
Fontanet, José Carreta, Antonio Matea y el que escribe, Esteban Conde.
En los cuatro confluyen varias notas
comunes: la primera, estar empadronados y
ser residentes en la misma ciudad, Cerdanyola del Vallés: José Carreta y
Antonio Matea desde finales de los años sesenta hasta su fallecimiento, el
primero en 1998 y el segundo en 2008; Encarna Fontanet, desde fechas parecidas
a los dos compañeros mencionados hasta su cambio de residencia a Vinaroz ya
entrado el siglo XXI, y, finalmente yo, desde 1981 en que, por
motivos de trabajo, me trasladé de Barcelona a la población vallesana, hasta la actualidad.
Esa circunstancia y el cultivo de la poesía favoreció el poder haber llevado a
cabo en nuestra ciudad actividades literarias diversas, de las cuales las dos
más importantes fueron formar un grupo cultural y crear un premio de poesía que
tuvieron el mismo nombre, Viernes Culturales, premio que ha contado con más de
treinta convocatorias, convirtiéndose así hasta la fecha en que esto se escribe (2014) en
el premio literario más veterano del Vallés Occidental.
La segunda nota común es haber pertenecido a la tertulia literaria que en Barcelona
desde los años setenta dirigía magistralmente el poeta de Linares José Jurado
Morales (1900-1991) en su casa de la calle Borrell, 128, tertulia que tenía
lugar los sábados por las tardes. Allí, junto a otros poetas y amigos de la
poesía, como los ya mencionados Amparo Cervantes, Milagros Martín, José Díaz
Borges, Cristóbal Benítez, Isabel Abad, Vicente Rincón, José Membrive, José
Antonio Espejo, Ester Bartolomé, Sofía Sala o Juan Pastor (no quisiera olvidarme
de ninguno de los más asiduos por lo menos); allí, digo, en la tertulia de
Jurado, conocí a Encarna Fontanet, José Carreta y Antonio Matea, a los que
desde un principio consideré mis amigos, amistad que dura todavía en el caso de
Encarna Fontanet y amistad que en los casos de Carreta y Matea puso fin el
triste fallecimiento de ambos. En una sala del Ateneo del municipio, donde
celebrábamos nuestras reuniones literarias, fundamos los cuatro en 1981 el
grupo Viernes Culturales y dos años después el Premio de Poesía con el mismo
nombre.
Y la tercera nota que nos une a los cuatro
es que hemos publicado toda nuestra obra en castellano (sólo Encarna Fontanet dio a
conocer en valenciano el poemario Un solc de lluna i set fulles seques, con el
que obtuvo el Premio Ciutat de Martorell de 1981).
En otro orden de cosas, Encarna, Carreta, Antonio y yo participamos en numerosas lecturas poéticas, presentaciones de libros y en dos publicaciones colectivas, que yo recuerde. Una, tras la muerte de nuestro maestro titulada El eterno vuelo del azor. Homenaje a José Jurado Morales (Grupo Azor, Barcelona, 1992), y cuyo Prólogo tuve el honor de redactar en nombre de los autores. La segunda, Azor en vuelo. Antología Breve de Veinte Poetas I (Ediciones Rondas, Barcelona, 1980), a excepción de Encarna, que lo haría en el volumen II.
En otro orden de cosas, Encarna, Carreta, Antonio y yo participamos en numerosas lecturas poéticas, presentaciones de libros y en dos publicaciones colectivas, que yo recuerde. Una, tras la muerte de nuestro maestro titulada El eterno vuelo del azor. Homenaje a José Jurado Morales (Grupo Azor, Barcelona, 1992), y cuyo Prólogo tuve el honor de redactar en nombre de los autores. La segunda, Azor en vuelo. Antología Breve de Veinte Poetas I (Ediciones Rondas, Barcelona, 1980), a excepción de Encarna, que lo haría en el volumen II.
Los poemas
con los que los cuatro participamos en el homenaje de 1992 a Jurado Morales se
titulaban: Tú, entre nosotros, de Encarna Fontanet; Recordando al poeta José
Jurado, de Carreta; Laurel para un amigo, de Antonio
Matea; y el mío Fuego, ceniza, viento.
En su poema Encarna, entre otras coas, le dice:
“Nos dejaste –en aquellas tardes
de versos y de prosa, entre el color
de unas flores, de un vino—tu palabra.
Y los silencios rotos por el humo.
Y en nuestra soledad la tuya,
y en el quehacer diario, la esperanza. (...)
Tú estás entre nosotros, no te has ido.
Tú estás entre nosotros, no te has ido.
Muerto está el que camina entre hojas
muertas
sin suspiros ni lágrimas,
bajo sus pies, los soles en el barro.”
Humanidad, lirismo, ternura, profundidad,
admiración, belleza, evocación, musicalidad… Poesía auténtica, en una palabra.
Lectura provechosa de los místicos, de los clásicos universales.
El homenaje de Carreta a Jurado se compone de dos sonetos, composición en la que se encontraba como pez en el agua.
Así comienza uno de ellos:
“Las manos de la muerte, avariciosas,
llegaron de lo ignoto y te aprehendieron,
te robaron el cuerpo y le impusieron
un halda de ataúdes y de rosas.
Las musas, impacientes y hacendosas,
plegarias entonaron, compusieron
violines en tu honor y descubrieron
sonetos en la paz donde reposas.”
Pasión, desbordamiento de acendrados
sentimientos, belleza lírica, patetismo, fidelidad a lo aprendido en Miguel
Hernández, Lorca y otros poetas apasionados de la vida.
En cuanto al “laurel” que Antonio Matea dedica al poeta de
Linares, lo hace en una libre y blanca versificación en una catarata de palabras, en un automatismo de sentimientos e
ideas que comulgan con un panteísmo lírico y cósmico en el que astros, plantas,
aves (rapaces y sus presas, especialmente) y personas (poetas) se reúnen para
cantar al vate desaparecido y admirado. He aquí un fragmento:
“El azor es un ave de cetrería, un ejemplo
de lo que es la paloma y el pardillo en
el aire
para el ojo que acecha sobre el brazo de
otro.
Ayer Jurado era; Jurado ya no existe.
Hemos de hacer que exista, que habite
entre las nubes
ese trozo de gloria que sembró con sus
versos.
Pero ¿somos nosotros alcotanes, o brujos,
o cornejas que inflaman
la laxitud del bosque en esta vela
íntima?
¿Somos acaso águilas que podamos izar a
Jurado a las nubes
Finalmente, respecto al poema con el que
participé en dicho homenaje, lo compuse inspirado en el
último libro suyo, Fuego, ceniza, viento, de 1987, que me dedicó el poeta de
Linares una de aquellas tardes sabatinas. Un reconocimiento a su buen hacer lírico, a su compromiso con la
poesía, a su religiosidad y bonhomía. Intentando imitar su sencillez y
acendrada generosidad, canto su amor a las cosas pequeñas, a su palabra
exquisita, a su verso bien medido. Un fragmento:
“Fuego, ceniza, viento.
Si yo fuera Dios te haría
con tu vida un monumento
y con tu muerte la dicha
de convertir tus poemas
en flor y luz de otra vida.
Pero yo, pobre poeta,
no puedo sino evocar
lo que mi afecto recuerda:
un hombre de anciana edad
que escribía buenos versos
para regalarnos paz.
Fuego, ceniza viento.
Yo sólo soy un amigo
que vive con tu silencio…”
También participaron en El eterno vuelo del azor, los siguientes
poetas pertenecientes a la tertulia: Esther
Bartolomé Pons, con Tu muerte de poeta:
"...Eras maestro amigo de poetas;
"...Eras maestro amigo de poetas;
antorcha viva entre las dos orillas
del mar que une España con América,
desvelador de la conciencia hermana.
La muerte te ha llegado como llegan
al libro de la vida las palabras:
cerrando con un ritmo y una imagen
la página final, la única página.”
Visi
Beato, Amaba aquellos sábados:
“...La tertulia aguardaba. Presa en ella
sentí junto a mi cuerpo su raíz.
Entre calles y plazas caminamos
divisando una luz imperturbable
sólo el aire y el asfalto compartieron
las palabras, nuestros versos. (...)
Todo fue hace siglos o minutos.
Todo fue hace siglos o minutos.
En una habitación en penumbra
tan hermoso en sí mismo
que no requiere nombre ni adjetivos.
Hoy un deseo de formas y límites me
vence.”
Milagros Martín, ¿Se ha ido un poeta?:
“No digas se ha ido, se ha ido un poeta.
Di que va de ruta,
di que se pasea por todos los mares
remando silencios,
que predica versos junto a las estrellas.
No digas se ha ido, se ha ido un poeta.
Di que no está en casa,
que salió de compras por las librerías,
que pronto regresa…
que ahí está su vida, vida de poeta...."
José
Membrive, Hasta que la muerte
nos unifique:
“...Los seres, en su seno, como marinos
árboles
que regalaran al mar sus hojas de
lágrimas,
damos rienda a las células
para ser en los otros.
Morir
es dejarse seducir por la pujanza,
abrirse a la pasión del universo.
Veo torres de Babel entre la bruma.
Hay confusión de cuerpos. Nuevos seres
construyen escaleras
al otro lado del amanecer…”
Vicente
Rincón, In memoriam José Jurado Morales:
"...Allí, en aquella vivienda de una calle
transitada,
he dejado la mitad de mi corazón
con otras mitades de entrañables
contertulios.
Allí, entre libros antiquísimos
y muebles renacentistas, nos diste lo
mejor de tu verbo,
a la vez que te ofrecimos el nuestro.
¡Cuántas horas de repentina felicidad
gozamos en tu compañía, maestro de poetas,
a la luz de una lámpara, suficiente para
elevar nuestras voces en tu honor..."
Amparo Cervantes, A un poeta que no ha muerto:
“¿Es la fuga de una estrella?...
¿Es que ha enfermado el sol?...
¿Qué le ha pasado a la luna
que su luz-plata veló?...
¿Por qué está llorando el viento?...
¿Por qué calló el ruiseñor?...
¿Por qué está tan triste el campo?...
¿Qué pasa a mi alrededor?...
Es que se ha muerto un poeta
y todo se entristeció…”
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