La noche del lunes 14 tuvo lugar en la tele el tan esperado
CARA A CARA de los dos representantes de los partidos políticos que han
gobernado nuestro país en estas últimas legislaturas, Pedro Sánchez y Mariano
Rajoy, actual presidente. Y, entre nosotros, sucedió más de lo mismo que ha
venido sucediendo en las sesiones del Estado de la Nación del Parlamento. El
primero esgrimiendo su arma favorita: el de la corrupción del PP, sustentada en
Bárcenas y Rato (eso basta para derribar a cualquier adversario), y diciendo qué hará si es el próximo presidente, es decir,
recurriendo a las promesas, que es la habitual herramienta de los mítines de cualquier campaña electoral; y el segundo, hablando de lo que ha hecho en
beneficio del país durante esta última legislatura y pidiendo más confianza para
seguir aplicando las reformas iniciadas, especialmente, la laboral, que ha ido
bastante bien durante los dos últimos años, 2014 y 2015, en los que se han
creado un millón de empleos.
Pero eso ha sido sólo el fondo del CARA A CARA; en cuanto a la forma
empleada para debatir ha sido bronca, descortés, insultante, especialmente por
parte del candidato del PSOE (si bien en la segunda parte, el Presidente ha
entrado al trapo y también ha recurrido al insulto), que interrumpía una y otra
vez el turno de palabra del candidato del PP. Sin olvidar que el moderador, el
conocido periodista Manuel Campo Vidal, experto en otros CARA A CARA del pasado,
no supo estar a la altura de las circunstancias, impidiendo las sucesivas
broncas de uno y otro políticos, que más bien parecían dos boxeadores en el ring CUERPO A CUERPO, y las sucesivas interrupciones de Sánchez en las intervenciones de Rajoy, el cual anoche, para ir ya terminando esta modesta reflexión,
tampoco mostró la firmeza y la serenidad de otras ocasiones.
¿Resultado del combate? No ganó ninguno. De modo que, ante el espectáculo que dieron los dos máximos aspirantes
a vivir en La Moncloa los próximos cuatro años, los votantes en las elecciones
del domingo 20 deberíamos pensar seriamente, dejando aparte el partido de
nuestra preferencia, si queremos que sea nuestro próximo presidente cualquiera
de ellos.
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