Noviembre se va dejándonos una noticia feliz perteneciente a la
Literatura. Se trata del fallo del Premio Cervantes 2016 a favor del novelista
barcelonés Eduardo Mendoza, siguiendo así la tradición o la costumbre, como se
quiera decir, de alternar el premio más importante de las letras españolas entre un
escritor hispanoamericano (el año pasado recayó en el mejicano Fernando del
Paso) y un escritor español. En este caso, a nuestro Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943), que se dio
a conocer con la excelente novela La verdad sobre el caso Savolta (1975), con
la que obtuvo el Premio de la Crítica, novela que yo tuve el gusto de explicar
en mis clases de Literatura para la Selectividad de ese año.
Desde ese momento hasta el presente no ha dejado de publicar novelas, relatos, obras
de teatro y ensayo. Entre las novelas destacan, además de la citada, que devolvió al lector el goce de la lectura en sí y el interés por la historia que
se narra, las que forman la serie protagonizada por el detective que está
ingresado en un manicomio (El laberinto de las aceitunas, El misterio de la
cripta embrujada, La aventura del tocador de señoras, son tres de sus títulos),
Riña de gatos (Premio Planeta de 2010) o La ciudad de los prodigios, otra de
sus novelas más emblemáticas. De los libros de relatos citamos Tres vidas de
santos y El camino del cole (para niños). En teatro destacó con Restauración y
Gloria. Y como ensayista le debemos títulos como Barcelona modernista, escrito
en colaboración con su hermana Cristina, o ¿Quién se acuerda de Palacio Valdés?,
sin olvidar los interesantes y ágiles artículos publicados en El País. El jurado que le
ha otorgado el último Premio Cervantes lo ha hecho valorando el que Mendoza continúa “la estela de la
mejor tradición cervantina y posee una
lengua literaria llena de sutilezas e ironía, algo que el gran público y la
crítica siempre supieron reconocer, además de su extraordinaria proyección
internacional.” Entre los españoles galardonados con el Cervantes figuran, por
ejemplo, Miguel Delibes, Ana María Matute, José Manuel Caballero Bonald, Juan
Marsé, Antonio Gamoneda, Camilo José Cela, Giménez Lozano, Francisco Umbral,
José Hierro o José García Nieto.
Desde aquí enviamos a Eduardo Mendoza nuestras más sinceras felicitaciones
y añadimos como homenaje y admiración un texto suyo perteneciente a La verdad
sobre el caso Savolta:
“Lepprince era listo y, sobre todo, hábil: pronto se
granjeó la confianza de Savolta, cuya salud se deterioraba a pasos agigantados.
Es posible incluso que el magnate, inconscientemente, se dejara impresionar por
la elegancia, maneras y apostura del francés, en quien veía, quizá, un sucesor
idóneo de su imperio comercial y de su estirpe, pues, como es sabido, Savolta
sólo tenía una hija y en edad de merecer. Así fue cómo Lepprince se convirtió
en el valido de Savolta y obtuvo sobre los asuntos de la empresa un poder
ilimitado. De haberse conformado con seguir la corriente de los
acontecimientos, Lepprince se habría casado con la hija de Savolta y en su
momento habría heredado la empresa de su suegro. Pero Lepprince no podía
esperar: su ambición era desmedida y el tiempo, su enemigo; tenía que actuar
rápidamente si no quería que por azar se descubriera la superchería de su falsa
personalidad y se truncara su carrera. La guerra europea le proporcionó la
oportunidad que buscaba. Se puso en contacto con un espía alemán, llamado
Víctor Pratz, y concertó con los Imperios Centrales un envío regular de armas
que aquéllos le pagarían directamente a él, a Lepprince, a través de Pratz. Ni
Savolta ni ningún otro miembro de la empresa debían enterarse del negocio, las
armas saldrían clandestinamente de los almacenes y los envíos se harían a
través de una ruta fija y una cadena de contrabandistas previamente
apalabrados. La posición privilegiada de Lepprince dentro de la empresa le
permitía llevar a cabo las sustracciones con un mínimo de riesgo. Seguramente
Lepprince confiaba en amasar una pequeña fortuna para el caso de que su
verdadera personalidad y calaña se vieran descubiertas y sus planes a más largo
plazo dieran en tierra.”
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