este trozo azul de paraíso
de la Costa Dorada
que besa el mar amante
y arrullan las palmeras.
Aquí un silencio de olas
y vuelos de gaviota vela siempre
el corazón del hombre
que aún quiere soñar.
Y aunque es otoño ya
y todo suena a lenta despedida,
sientes savia nueva en tu ramaje
de yedra enamorada,
savia que a la luz joven te empuja.
Con la memoria, el agua
es puente entre el pasado
y el eterno presente,
el presente que vive
en la lluvia que un día
caía en otro otoño
cuando tú te escapabas
hacia el soto perenne,
allá junto a la aceña
del río de la infancia.
Con la memoria, el agua
es puente y es cordón
umbilical que enlaza
el niño que tú fuiste
y el adulto que hoy eres
mas con la misma alma.
25/10
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