domingo, 28 de marzo de 2010

VENECIA (1)



EN VENECIA

Casi me es imposible ahora,
Que acabo de llegar, poner en orden
Las múltiples visiones de Venecia.
Hay que seguir allí con toda el alma
Y el cuerpo reventado de tanto caminar.
Las horas de la luz del día bien
Aprovechadas para verlas vivas
En los canales rotos por los puentes
Y el rastro de las góndolas románticas,
En las fachadas donde Palladio puso
Su visión de la vida sobre el mármol
De columna y frontón, en los palacios
Que parecen brotar del Gran Canal
Como chorros de arcadas hacia el cielo.
Y cuando la tarde avanza por las sombras,
Abrazarse al azar al laberinto
De plazas, pasadizos, callejuelas
Donde los pasos suenan a distancia
Y las voces a plácidos susurros,
Hasta soñar despiertos ante el trémulo
Brillar de una farola o la fugaz
Presencia de una mágica escultura
Adornando la esquina de una calle.
No he querido en Venecia ser poeta
Porque Venecia es un poema gratuito.

domingo, 21 de marzo de 2010

MEMORIAS DE UN JUBILADO

Una voz, un romance






Ayer, haciendo zaping en la tele, una vez pasado el día con Los Tres para celebrar el Día del Padre, me encontré con una voz que ya oí en mi infancia. La voz cantarina y equilibrista de Antonio Molina. Porque Antonio Molina es una de esas voces que aparecen unidas a la aventura más o menos azarosa de muchas de nuestras infancias, por lo menos las de los que nacimos en la posguerra. Estaban dando en la Primera Esa voz es una mina y en ella Rafael Vera (Antonio Molina), minero de profesión, tiene que bregar con una familia numerosa en la que su propia esposa está impedida en una silla de ruedas. Un drama. Pero dejando de lado el tema de la película, debo destacar la canción estelar de la misma, cuya letra repetíamos muchos niños cuando oíamos cantar a Molina por la radio: "Soy minero, y templé mi corazón con pico y barrena. Soy minero, y con caña, vino y ron me quito las penas..." Recuerdo que a mi madre le gustaba mucho Molina y en cierta ocasión fuimos juntos los dos a una sesión de Fémina, en la que la mujer entraba al cine gratis, para ver una película suya. Estaba visto que Antonio Molina y sus canciones me iban a seguir a mi vida de adulto. Había una canción que también cantaba el minero en Esa voz es una mina, una vez conseguida cierta fama, y que empezaba "Dos velas hacen un barco, dos olas hacen la mar, los dos solos en el mundo, y sobra to lo demás..." Pues bien, durante la celebración de mi boda, aquí en Barcelona, el año setenta del pasado siglo, un familiar mío, gran aficionado al cante y que ya había hecho sus pinitos en el mundo de la canción, nos dedicó a los recién casados esa misma canción: "Dos velas hacen un barco, dos olas hacen la mar, los dos solos en el mundo, y sobra to lo demás. Quiero que vivas conmigo, pa siempre juntos los dos, aunque yo sufra el castigo de que me condene Dios." Gracias a esos detalles tan sencillos se engarzan las piedras preciosas de nuestras vidas, por modestas que sean.
Y tomando el hilo de las minas, los mineros y el hecho de que la película de Antonio Molina se rodó en Puertollano, pueblo donde nació mi mujer, cierro esta pequeña memoria con el romance que yo dediqué tanto a ella como a Puertollano.
Puertollano, Puertollano,
pueblo de las dos mentiras,
que nunca tuviste puerto
ni fuiste llano en tu vida.
Puertollano, Puertollano,
pueblo de sol y de minas:
gracias por haberme dado
la mujer que yo quería,
porque ella lleva en sus ojos
los olivos que tú crías,
y en el alma la paz clara
del cielo que te cobija.
Puertollano, Puertollano,
con aires de Andalucía:
tu nombre he escrito en mi alma
con letras que no se olvidan.

sábado, 20 de marzo de 2010

MEMORIAS DE UN JUBILADO

Fiestas escolares








Ayer, Día del Padre, asistí por primera vez a la fiesta de la Guardería de mi nieto dedicada a los abuelos, padres dos veces. Y cuando nos hallábamos en la sala de actos, sentados y a oscuras para ver el espectáculo que las maestras habían preparado para nosotros, mientras los niños, quietecitos y sentados en primera fila, seguían muy atentos los números de sus cuidadoras, en una especie de relámpago lírico se me presentaron en la memoria algunos detalles de varias fiestas escolares en las que yo había participado a lo largo de mi vida como alumno y como profesor. Y mientras en las sombras de la sala de la guardería de mi nieto, las luces se movían al ritmo de una música infantil y la canción de la gallina sonaba en boca de la cuidadora, varias imágenes se alumbraron en mis recuerdos, desde aquella vez que en el Colegio del Amor de Dios de mi ciudad natal los niños jugábamos al corro ante la mirada solícita de las monjas que nos cuidaban, hasta que, de profesor, me encargaba del juego de tirios contra troyanos de mis alumnos en el Colegio privado donde empecé mi carrera de docente o en La Románica, Instituto donde hace poco me jubilé de toda ella, asistía en el Gimnasio a los números de disfraces y cánticos que mis alumnos realizaban ante un público compuesto de alumnos, amigos, padres y profesores, pasando por aquel juego de sacar con la boca manzanas sumergidas en agua, la carrera de sacos, o encontrar bolsas de caramelos escondidas en el jardín de los Salesianos mientras yo fui alumno, la fiesta del árbol, la salida al campo a buscar hojas que hacíamos en la escuela de mi hermano mayor, etcétera.


Sí, ayer en la fiesta de la guardería de mi nieto, viéndole sentadito en la primera fila entre sus compañeros de aprendizaje de la vida, mientras sus cuidadoras realizaban ante los abuelos aquellos números de luces y música, fui de nuevo niño y adulto a la vez, alumno y profesor, todo en uno. Y cuando acabó la función y los abuelos con nuestros correspondientes nietos salimos al patio para charlar amigablemente de nuestras cosas mientras nos servían un refrigerio, recuperé mi figura de abuelo y jugué con Xavi a coger flores, a cucú trastrás, a saltar, a columpiarnos, a lanzar una piedrecita desde los neumáticos, a mil cosas. Un momento imborrable. Que haya muchos como él.

martes, 16 de marzo de 2010

HOMENAJE

MIGUEL DELIBES


Un libro se ha cerrado
Y en el Campo Grande sopla
Un viento fuerte en los paseos.
Un hombre, un escritor, un cazador
Que por aquí soñaba
Se ha ido a trabajar con el silencio
Su mejor estación: la de los surcos
Que siempre están brotando entre perdices
Y chopos mañaneros. En el valle
Vive siempre Daniel con sus amigos
Entre aventuras y amores y cucañas
Que no temen al miedo.
Sus lectores vivimos mientras tanto
En las historias que sembró en mil páginas
Con un idioma humano
Tan limpio como el aire de Castilla,
Tan austero como sus moradores,
Tan rotundo como la certidumbre
De que también nos llegará la sombra
Alargada del ciprés un día. Ahora
Suenan en los paseos del estanque
Sus pasos más tranquilos hacia el alba.
La señora de rojo sobre fondo
Gris le espera con los brazos abiertos.

viernes, 12 de marzo de 2010

ADIÓS, DELIBES


Cuatro Migueles han sembrado de gloria la literatura española: Miguel Cervantes, Miguel de Unamuno, Miguel Hernández y Miguel Delibes. Él último acaba de irse a reunirse con los otros tres en el lugar que le corresponde. Vallisoletano de siempre, amigo de su tierra, la familia, la infancia y la caza, nos ha alegrado a muchos la vida con sus novelas, desde La sombra del ciprés es alargada, la primera, hasta El hereje, la última. En todas ellas nos ha dejado el sello de su humanidad y rara es la que no enfrenta la vida del campo a la de la ciudad, la vida sencilla y sin adelantos a la del progreso. En mi eterno homenaje a Delibes (en este blog pueden leerse muestras de mi incondicional admiración por el escritor castellano), quiero destacar un párrafo de la para mí su mejor novela, El camino. Pertenece al último capítulo, cuando Daniel, el Mochelo, tras evocar en los capítulos anteriores la hermosa aventura vivida en su aldea junto con sus amigos Roque, el Moñigo y Germán, el Tiñoso, recapacita sobre el sentido que tiene la vida para él y sobre el camino que le espera en la ciudad donde se hará un hombre de provecho por decisión de su padre. Acaba de morir Germán y su muerte le ha impactado enormemente. He aquí las palabras del narrador omnisciente refiriéndose al sentimiento que experimenta Daniel (alter ego de Delibes en su infancia) al tener que despedirse por la fuerza de su pueblo.


"A Daniel, el Mochuelo, le dolía esta despedida como nunca sospechara. Él no tenía la culpa de ser un sentimental. Ni de que el valle estuviera ligado a él de aquella manera absorbente y dolorosa. No le interesaba el progreso. El progreso, en verdad, no le importaba un ardite. Y, en cambio, le importaban los trenes diminutos en la distancia y los caseríos blancos y los prados y los maizales aparcelados; y la Poza del Inglés, y la gruesa y enloquecida corriente del Chorro; y el corro de bolos; y los tañidos de las campanas parroquiales; y el gato de la Guindilla; y el agrio olor de las encellas sucias; y la formación pausada y solemne y plástica de una boñiga; y el rincón melancólico y salvaje donde su amigo Germán, el Tiñoso, dormía el sueño eterno."


Es decir, todas las pequeñas cosas que lo habían mantenido ligado a su querido valle, a sus amigos, a los personajes del pueblo, a las pequeñas aventuras vividas allí y que constituían el verdadero sello de la infancia, que desaparecía de golpe ante la inmediatez de incorporarse a la vida de la ciudad para hacerse un hombre de provecho. ¡Cosas que separan tan rotundamente los mundos tan distintos de los niños y de los adultos!


Hasta siempre, Delibes. Gracias por tus sabias palabras.

miércoles, 10 de marzo de 2010

MEMORIAS DE UN JUBILADO

Los jurados de premios de Literatura








Hace unos días, como desde hace 27 años, me llegaron del Ayuntamiento de Cerdanyola los cuadernos de poesía que concursan al Premio Viernes Culturales, de cuyo jurado soy miembro. Sí, hace ya veintisiete años que fundé dicho premio junto con los poetas Antonio Matea y José Carreta, ya desaparecidos y con los que también fundé la tertulia del mismo nombre, siempre muy bien acompañados en uno y otra por la poetisa Encarna Fontanet y el historiador Miquel Sánchez. Desde entonces acá ha llovido mucho. Y tanto el Premio como la Tertulia han sufrido variaciones. De esta última sólo queda el buen recuerdo de nuestras reuniones en el Ateneo y algunos actos culturales y poéticos repartidos por igual entre el mencionado organismo, la Biblioteca de Can Altimira y el Centro Enrique Granados, todos de Cerdanyola. Del Premio hay mucho más que decir. Por ejemplo, que al principio las deliberaciones sobre el posible ganador las hacíamos en casa de la mencionada poetisa Encarna Fontanet, quien nos regalaba con una hospitalidad exquisita y entre dulces y licores llevábamos a buen término el objetivo que nos había reunido en su casa. Luego las hicimos en Can Olivé, durante una comida que sufragaba espléndidamente el Ayuntamiento de Cerdanyola, al que desde aquí agradezco todos sus esfuerzos y atenciones. Finalmente, el consistorio de la ciudad, que era realmente el que corría con todos los gastos, incluidos el de la cuantía del premio y la publicación de la obra ganadora, institucionalizó una noche literaria para la entrega de los premios literarios de la ciudad (al de Viernes Culturales, hoy Divendres Culturals, se le añadieron otros, narrativos y poéticos, como el de Valldaura o el de Martí i Pol), hasta que hace un par de años, por motivos económicos, ha quedado reducido a un acto de entrega de premios en el Centro Enrique Granados seguido de un refrigerio.

Desde muy pronto he estado vinculado a los jurados y entregas de premios. Perteneciendo a la tertulia de poesía del poeta de Linares Jurado Morales, ya fui miembro del Premio de Poesía de la Casa Regional de Murcia, y de la de Aragón, y guardo recuerdos imborrables de aquellos días. Y también de la entrega de premios de cuentos en un colegio de Teiá, en el que me cupo el honor de abrir el acto con una conferencia sobre la historia del cuento en España. Del buen rato que allí pasé guardo un buen recuerdo y un libro de Lola Anglada sobre las Costumbres catalanas que las autoridades del colegio me regalaron y que aún releo de vez en cuando.
Pero es del jurado del Premio de Poesía Don Balón del que conservo en la memoria momentos muy divertidos, primero como ganador del primer premio que se entregó en 1987 a mi poema titulado Dioses contra la derrota y que recibí de manos de la novelista Mercedes Salisachs, y posteriormente como componente del jurado junto a conocidas figuras de la poesía y el mundo del espectáculo y la canción como Manuel Alcántara, Pedro Ruiz o Joan Manuel Serrat. Recuerdo con cariño a su patrocinador Rogelio Rengel y a su mujer Teresa, personas de una generosidad sin límites. ¡Qué emocionantes momentos viví en el Ritz compartiendo mesa con personas amantes del deporte y la literatura! Y en otros sitios distinguidos como la sede de la Revista Don Balón en la Diagonal mientras coincidíamos los dos jurados, el de Poesía y el de Novela, entre cuyos componentes figuraban los desaparecidos José María Gironella o Vizcaíno Casas, por citar dos nombres. Allí aprendí mucho de ellos de la vida y de la literatura, y desde aquí quiero hoy agradecérselo.

Y volviendo al Premio de mis amores, el de Divendres Culturals, en abril nos reunimos los miembros del jurado en el Ateneo para las deliberaciones. Espero que acertemos con el libro merecedor de ser editado, como tantas otras veces, aunque debo decir que también ha habido años en que hemos declarado desierto el Premio por falta de calidad.

sábado, 6 de marzo de 2010

INQUIETUDES LITERARIAS

Sobre el Lazarillo


No tengo que recordar mi pasión por la Literatura pues he sido profesor de ello desde 1967, que ya ha llovido. Unas veces por mi profesión de más de cuarenta años y otras por mi pasión por la creación literaria, que se adelanta a aquélla y se prolonga hasta que la vida quiera, siempre he sentido y sentiré por la Literatura española mi más ferviente devoción. Y entre los clásicos de los clásicos ocupa en mi admiración un puesto destacado el Lazarillo de Tormes, obra madre y raíz de las novelas picarescas, que ahora vuelve a estar en el candelero gracias a la noticia según la cual la paleógrafa madrileña Mercedes Agulló ha logrado documentar que el autor del Lazarillo es Diego Hurtado de Mendoza, y alude para demostrarlo al hallazgo que acaba de hacer de un documento del poeta y diplomático del siglo XVI en el que anotó esta frase: "Legajo de correciones hechas para la impresión de Lazarillo y su propaladia."

Ya desde tiempo inmemorial, a la hora de estudiar esta magnífica obra, los investigadores de la Literatura española han propuesto varios nombres como posibles autores de la misma. Empezando por el P. José de Sigüenza, en la Historia de la orden de San Jerónimo (1605) la atribuyó a un hermano en religión, el P. Juan de Ortega, que fue general de la Orden, y dice que la escribió en su juventud estando en Salamanca. Y en 1607 el bibliófilo belga Valerio Taxandro la atribuyó por primera vez a don Diego Hurtado de Mendoza, parecer que sigue Scotto y Tamayo de Vargas en su Junta de libros (1622) lo repite. Nicolás de Antonio en su Bibliotheca hispana nova cita las atribuciones hechas a Hurtado de Mendoza y Ortega. Y así un largo recorrido de atribuciones hasta el día de hoy, incluyendo el que hace autor del Lazarillo a uno de los hermanos Valdés. Sea como fuera, las investigaciones no acabarán con esta de la paleógrafa madrileña. Mañana otro investigador llamará la atención sobre lo mismo. Pero lo importante es que la obra está ahí con su misterio y sobre todo con su sello especial de ser el punto de partida de la novela picaresca, género original español.

jueves, 4 de marzo de 2010

MIQUEL MARTÍ I POL EN CASTELLANO

Antología esencial


Concluyo hoy esta Antología Esencial de Martí i Pol con poemas pertenecientes a sus últimos libros. Incluyo al final una Bibliografía básica. Espero que este modesto trabajo sirva para conocer un poco más al poeta.



ELS BELLS CAMINS (1987)


En 1987 Miquel Martí i Pol recibe el “Premio Salvador Espriu”, es profesor convidado a la Universidad de Bristol y publica el presente poemario. En él trata el poeta el paso del tiempo como un pretexto para el propio autoanálisis. Incluimos aquí dos poemas donde el poeta proyecta sus vivencias, deseos, recuerdos, ideas en un marco temporal que a veces se refiere al pasado y otras al presente o a lo que tenga que venir.
De pronto la poesía ha pasado de ser discursiva a ser reflexiva y meditada. Los poemas recogidos contienen varias notas comunes: el crepúsculo, el silencio, la sencillez y la brevedad de todo lo que rodea al poeta. Lo que les diferencia es el final: en Geranios el poeta contempla la belleza de la amada, mientras que en Paisaje encendido expresa su convicción de que al volverse a ver con su ella, “toda la quietud será paisaje encendido / reducto de designios y esperanzas”.

Geranios


Pronto será oscuro. Me parecen
más lentas las horas y, en silencio,
hago otra vez el viejo recorrido
de mí a mí mismo.
¡Qué poco espacio
necesitamos para vivir y para comprender!
Ahora todo es sencillo,
y en el aire de cristal tintinean las palabras
y su resonancia me embruja.
Para pensarte no cierro los ojos,
contemplo la belleza
armoniosa y dulce de los geranios.



Paisaje encendido


El diamante de tu mirada
corta el aire de vidrio.
Todo es breve
detrás de la cortina que me separa
de la tarde que muere
en medio de un gran silencio.
Cuando volvamos a vernos,
toda la quietud será paisaje encendido,
reducto de designios y esperanzas.






TEMPS D’INTERLUNI (1990)

En 1990 ve la luz este poemario, cuyos poemas incluidos muestran la nostalgia de algo irrepetible, un sonido de su propio cuerpo que se ha debilitado mucho pero que aún escucha íntimamente sorprendido. Además, el poeta se compara a una nave anclada en su puerto silente, mirando lejos, sí, pero ya sin ningún rumbo posible, para entregarse a unos anhelos irrealizables, al sueño imposible de pasear con la amada por una ciudad desconocida y perderse en ella, cuando la realidad es que el poeta se pierde sin moverse, agotado en el camino que no hace, desvalido sin el yo retador que fue un día y que ahora ve alejarse inexorablemente. Aunque en otros poemas advertimos algunos rayos de esperanza.



El camino que no hago


Pasearía contigo por una vieja
ciudad desconocida y me perdería en ella.
Ahora me pierdo también y sin moverme,
y me agota el camino que no hago
y la torpe inseguridad de las horas.
Frágil, el tiempo se me desmenuza entre los dedos,
transcurre absurdamente entre nimiedades
y, desvalido, veo alejarse hasta perderse
la sombra del yo retador y pertinaz
que ha convivido conmigo toda la vida.
Tal vez por eso añoro, melancólico,
poder pasear contigo por una vieja
ciudad desconocida, sin rumbo conocido,
y perderme por las calles más solitarias.



El vacío


Declinar de la luz
por la luz de los márgenes.
Es un mar el crepúsculo
sin rastros de velámenes
con una nave única
que ya no busca rumbo.
Miro lejos. Anclado
en mi puerto silente,
el pasado recuento
por si el tiempo me ayuda
desde un rincón arcano.
Vuelvo atrás con preguntas
que nadie me responde.
Detrás de mi esperanza
no hay nadie más que yo
y la luz que declina
dulzona, suavemente
por la paz de los márgenes.



Otoño


Los geranios disfrutan lentamente
de los últimos soles de la tarde.
Están ya lejos
los crepúsculos largos, calurosos
del estío pasado, y poco a poco
retornan las quietudes placenteras.
Se vuelve hábil la mano, el ojo atento.
Empieza un tiempo nuevo de fe. Es el otoño.

Tal vez si ahora anularas tu mirada
verías que la sombra se ilumina.
Pesados pies de viejo los pasillos
recorren de la casa. Están muy fríos
la casa y los recuerdos.
No te señales metas: haz camino
y espera que la barca arribe a puerto
para escribir sobre la arena húmeda
la brillante señal de tu regreso.

He aquí los libros que has leído
y los años que has vivido.
La misma niebla de la vida borra
a unos y a otros. Se te ha hecho tarde
y la mirada te flaquea ya.
Los otros veranean, y tú sólo
repasas libros, años, balbuciendo.
Vale más que dejes a los sabios
el papel de pensar. Bastante tienes
viviendo tú y oyendo lo que dicen.


Siete primaveras sin pájaros ni flores.
La historia así también puede escribirse.
No renunciar nunca a este silencio
tiene que ser el modo verdadero
de asumirlo mejor y enriquecerlo.
Y ahora no hay desorden ni sorpresas,
fluyen los versos clara y lentamente
y el bosque es como siempre denso y manso.
Alzando los puños alcanzas a la luna.

La sombra del mar ha acallado a los pájaros.
El sonido sombrío de las hachas atroces
se escucha muy lejano. Agito el vaso
y los dados arrojo. La fortuna
es una niña que me mira siempre
desde el fondo del tiempo con los ojos
clarísimos y ríe maliciosa.



Ningún gesto de más.
Todo está medido, todo es breve.
El orden perfila la extrema soledad
y convierte el juego en profecía.
Ningún gesto de más.
Y el lento transcurrir de las palabras
que no transforma en polvo este silencio.


Más allá de la ventana, espumas
y ruinas. Esta tarde
debe pesar mucho.
Y evoco tardes dulces
con rostros bien propicios.
Demasiado he vivido, los recuerdos
son la hiedra que trepa tesonera
por muros de existencia bien vivida,
y yo me veo crecer, y me edifico.


Más austero que nunca, más adusto,
ahora que podría aparentar
una actitud lejana, displicente,
trato de mantener tensa, bien tensa
la cuerda de los versos y la tela
de esta vida profunda y vehemente
que me toca vivir. No decaeré.
Lo hago por mí y lo hago por todos.
Hay un ámbito cierto y un incierto sino:
Ámbito y sino los llena cada uno.
La muerte verdadera es decaer.


A veces cae una cortina espesa
sobre todo y todo se transforma en ruina.
No es el silencio y es más que el silencio.
Flotan palabras en un inmóvil mar,
y toda la habitación es luz y estallan,
inútilmente, angustias y proyectos.
Nada me arrastra más de esta hora negra
como cerrar los ojos y entrever
entre nubes quiméricas la imagen
de una chica de cuerpo escultural
propicio al juego y al bullicio amable.




SUITE DE PARLA (1991)


En 1991 Martí i Pol obtuvo el “Premio de Honor de las Letras Catalanas” y publicó el poemario que nos ocupa, escrito casi en su totalidad en el pueblo ampurdanés del mismo nombre, durante una estancia en casa del cantautor Lluís Llac. Aquí incluimos un poema en el que el juego de vivir se hace necesario para no perder el recuerdo de la amada, que es el hilo que lo sigue atando a la vida.


Juego a vivir nada más, porque tengo miedo
de romper este embrujo con cualquier
gesto insólito, con cualquier palabra
que no se adapte como otra piel
a la piel suavísima del tiempo.
La tarde es un adagio. Bien solo
en el corazón de la dicha,
escucho la remota sinfonía del mar
En la concha de tu recuerdo
que siempre me acompaña,
y sólo juego a vivir para no perderte.







DESPRÉS DE TOT (2002)


Para terminar esta breve Antología, escogemos del presente libro un poema cuyo significado nos remite al fin cercano del poeta y a su convicción de que ya forma parte del ejército de los derrotados, en un equilibrio difícil de mantener. Sólo le queda hablar consigo mismo y recordarse cuando era un niño envuelto por juegos y aventuras. Pese a todo, y dentro de la expresión contenida de Martí i Pol, no vemos llantos innecesarios sino serena resignación ante el destino que le aguarda.

Callejón sin salida
Instalado en un frágil equilibrio,
receloso y con miedo, deshago propósitos
y formo con los vencidos.
Algún recurso debe haber con tal
de describir la ausencia de la ausencia
y dialogar con los dioses y los hombres.
Ahora sólo hablo conmigo mismo
y recuerdo de cuando hace sesenta años
jugábamos al escondite y yo paraba.




BIBLIOGRAFÍA

M. MARTÍ I POL-- Autobiografia, Barcelona, Empúries, 1984
-- Llibre d’absències,Barcelona, Empúries, 1984
--100 pàgines triades per mi, Barcelona, Ediciones La campana, 1987
--Els bells camins, Sant Boi de Llobregat, Llibres del Mall, 1987
--Temps d’interluni, M. M. i Pol, Barcelona, Ediciones 62, 1990
Antología poética, Barcelona, Proa, 1982.
M. MARTÍ I POL--Obra poética / 1 (1948-1971), Barcelona, Ediciones 62, 1989
--Obra poética / 2 (1972-1980), Barcelona, Ediciones 62, 1990
M. MARTÍ I POL--Selecció de poemes, Generalitat de Catalunya,
Departament d’Ensenyament, 1999
Avui, (dimecres, 12 de noviembre del 2003)

miércoles, 3 de marzo de 2010

CINE FANTÁSTICO

The lovely bones






A veces, pocas, se encuentra uno con una película que hay que ver en familia. Película bella, emotiva, con valores estéticos y humanos. Me refiero a la película de Peter Jackson de 2009 The lovely bones, basada en la novela Desde mi cielo. Ayer tuve la gran suerte de verla en el cine y pasar con ella momentos muy emocionantes. Se trata de un drama fantástico que narra en primera persona Susie Salmon (Saoirse Ronan), una adolescente de catorce años que ha sido asesinada por un vecino suyo que lleva a sus espaldas varios asesinatos más de niñas como ella. Desde el cielo, mejor, desde la franja azul entre el cielo y la tierra, cuenta su feliz vida mientras estuvo viva con su familia haciendo fotografías sin parar, enamorándose de un chico de su Instituto, compartiendo alegrías y aventuras con los más cercanos a ella, hasta que fue rota salvajemente por su asesino. La historia es lo de menos; lo que cuenta es la imagen, los escenarios fantásticos que crea Peter Jackson (director, entre otros, de El señor de los anillos) para pintarnos la frontera entre la realidad terrible que vive la familia de la niña tras su desaparición y el mundo paranormal que envuelve a Susie, que quiere a toda costa que se descubra dónde está su cadáver y se castigue al asesino, que por otra parte vive tan tranquilamente preparando nuevos asesinatos. El maizal, las casas vacías, la glorieta, el socavón adonde arrojan todos los desechos y los paisajes y celajes que pueblan de belleza la pantalla (es inolvidable el gigantesco árbol que se despuebla de repente de sus hojas) son algunos detalles que dejarán honda huella en los espectadores. Y algunos personajes también, como la abuela de Susie (Susan Sarandon), el Moro, la chica de poderes extraordinarios o la hermana mediana de la protagonista, valiente como pocas y que consigue acorralar al asesino con su terrible hallazgo en casa de éste. Nominada para un Óscar, The lovely bones es una película que no debe dejarse de ver, y si es en familia, mejor, si bien conviene recordar que es para mayores de 13 años.

martes, 2 de marzo de 2010

MEMORIAS DE UN JUBILADO

Venecia



Llevo días preparando el próximo viaje a Venecia. Leo libros, consulto guías de viaje, navego por Internet buscando todo tipo de información sobre monumentos, calles, puentes, palacios, rutas que seguir, el transporte en vaporeto, tarifas, museos gratis para jubilados, iglesias que contengan cuadros de Tintoretto, el Veronés, Tizziano, Giorgione, Palma el Viejo y otros y no me canso. Ardo en deseos de que llegue el día y la hora de tomar el avión que me lleve al aeropuerto de Marco Polo para empezar allí, emulando al histórico viajero, la ruta romántica por Venecia, sólo por Venecia y sus islas. Recuerdo ahora el viaje que hicimos a Italia en 1991. Ha llovido mucho desde entonces y las emociones que vivimos allí se han ido calmando con el tiempo. Pero permanecen algunas, de tono negativo unas, como el robo de la maleta en la Plaza de la Estación de Bolonia, del coche que llevábamos en aquella ocasión, mientras visitábamos el Parque vecino y nos dejábamos llevar por los sueños que nos esperaban en Florencia, Pisa o Venecia, la noche que pasamos en un camping cutre de Génova. Pero la mayoría de emociones conservadas son positivas. El día de Pisa, en la plaza del Milagro (¡qué bien puesto está ese nombre ante las maravillas del Baptisterio o la Torre, inclinada sólo por amor!), los días de Florencia en que nos empapamos de Miguel Ángel y el arte del Renacimiento en Los Oficios, pero también de vida a raudales por la Plaza de la Señoría, el Arno y su Puente, los bares y la birra... Pero sobre todo, Venecia. El descubrimiento de la Plaza de San Marcos tras aquel paseo por canales, puentes, calles de ensueño, fachadas de colores, fue apoteósico. Recuerdo a las palomas salir volando hacia el Campanile como una expresión de alegría de nuestros propios corazones al encontrarnos allí. Recuerdo los Fundamenta y el vaporeto llevándonos a Murano, mientras una hilera de maravilla construida contra las aguas que devoran, iban quedando atrás sin decirnos adiós nunca. Recuerdo, recuerdo... Pero ahora ya no serán recuerdos los que viva, sino pura vida, pese a la canción triste de Aznavour y cuanta mala palabrería corre sobre hundimientos y olores. Espero pronto hablar en este blog de los reflejos que Venecia deja en nuestras vidas mientras estemos caminando por sus calles o navegando por la laguna o la esplendorosa S del Gran Canal.

lunes, 1 de marzo de 2010

MIQUEL MARTÍ I POL EN CASTELLANO

Sigo (hay mucha poesía buena donde escoger) la Antología Esencial de Martí i Pol. Hoy llegaré hasta 1987.






L’ÁMBIT DE TOTS ELS ÁMBITS (1980)


No podía faltar en esta breve antología al menos una referencia a otra de las preocupaciones de Martí i Pol: la conciencia nacional, la concienciación de un “nosotros” de forma intencionada para reclamar de todos la solidaridad y el trabajo necesarios para una rápida reconstrucción nacional. Ejemplo de ello lo constituye el poema que presentamos.



Solsticio


Reconduzcamos la vida poco a poco,
poco a poco y con mucha confianza,
no por viejos lugares ni senderos
grandilocuentes, sino por el humilde
camino del trajín de cada día.
Reconduzcámosla con dudas y proyectos,
con torpezas, anhelos y caídas,
humanamente, en ruidos y en gargantas,
por el cauce de los años que vivamos.
En soledad, pero no solitarios,
reconduzcamos la vida cerciorándonos
de que cada esfuerzo será útil.
Día habrá en que alguien a manos llenas beba
el agua de luz que brota de las rocas
de este tiempo nuevo que ahora entretejemos.



ANDORRA (1983)


1983 fue un año especial para Martí i Pol porque, entre otros reconocimientos, recibió la “Creu de Sant Jordi” y el “Premio Nacional de Traducciones” (es sabido que tradujo a autores de la relevancia de Zola, Flaubert, Apollinaire, Lévi-Straus...). Además, el cantautor catalán Lluís Llach presentó en el Poliorama de Barcelona los poemas musicados de L’ÀMBIT DELS TOTS ELS ÀMBITS. Demasiadas emociones que, sin embargo, le dejaron tiempo para escribir ANDORRA, al que pertenece el soneto que incluimos. En él afirma que, a pesar de ser una forma sujeta a estrictas normas, ha de escribirse con lo más cercano y modesto de que se dispone, aunque con unas gotas de fantasía para que los versos suenen más auténticos.


Un soneto para ti


Para ti un soneto por hacerme ver
tan claros el dolor y la alegría,
un soneto con la voz de cada día,
las voces del amar y el conocer.


Lo escribo humildemente al comprender
que lo recibes con melancolía,
cual si fuera la dulce melodía
que siempre es agradable retener.


Para ti un soneto en toda claridad,
mas con un roce fiel de fantasía
para que los versos suenen a verdad.


Para ti un soneto porque, amada,
te he dicho con él lo que quería:
más allá de tenerte ya no hay nada.



LLIBRE D’ABSÈNCIES (1984)


1984 es, en cambio, un año doloroso para el poeta pues muere su esposa Dolors. Fruto de esa inconsolable desaparición es la escritura y publicación del poemario presente.
Los poemas incluidos aquí tratan la muerte y la ausencia de su esposa sin llantos innecesarios, con serena reflexión, aunque con la tristeza lógica que representa haber perdido para siempre un ser querido. Además de la ausencia de la mujer amada, los poemas hablan de la vida que sigue pese a su desaparición, del aprendizaje constante que significa vivir bajo esas circunstancias... Todo eso propicia el diálogo del poeta con la desaparecida, diálogo que concluye en la serenidad que halla el poeta y en la callada compañía que recibe de los chopos a los que el otoño desnuda sin violencia.



Hablemos de ti


Hablemos de ti pero sin pena alguna.
Simplemente de ti, de tu adiós mudo,
del sufrimiento que te fue cambiando.
Hablemos de tus cosas, de tus gustos,
de lo que querías, de lo que odiabas,
de lo que hacías, decías y sentías.
Hablemos de ti pero sin pena alguna.
Y poco a poco devendrás tan nuestra
que no será preciso hablar de ti
para recordarte. Así, pronto serás
un gesto, una mirada, una sonrisa
que fluye sin decirlo ni pensarlo.



Más puro que todo


Más puro que todo este vacío
que dejaste al marchar y tu presencia
en las cosas que siguen junto a mí.
Ahora te tenemos intangible
en la reciente sencillez del gesto,
en el centro impoluto del silencio
y, por amor, en el amor que muestra
el oasis selecto. No te alejes.
Tu estar aquí completa nuestra vida,
le da plenitud, la fuerza y el sentido
y hace de él recinto donde todo
lo podemos imaginar perfecto.



Calladamente


Desde esta áspera soledad te pienso.
Ya no estarás jamás cuando las hojas
abandonen los chopos que mirábamos
en silencio desde el portal de casa.
Tantas cosas se han ido con tu marcha
que apenas queda espacio de mí mismo
para poder acordarme de ti ahora.
Pero la vida, poderosa, estalla
en este estrecho ámbito en que vivo.
Tú ya no estás, y ya en los chopos
apuntan hojas nuevas.
Proclama el verde limpio su esperanza
y yo sigo viviendo,
y es viviendo como puedo pensarte
y hacerte crecer en mi silencio
hasta que la silente soledad me trague
como a ti te ha tragado para siempre.





Tiempos venturosos


No sé si llueve ahí donde tú estás,
pero la lluvia me hace recordarte.
Habíamos compartido muchas lluvias
y muchas esperanzas. Y albas, tardes,
crepúsculos y noches desfilaban
bajo el pausado rezo de la lluvia.
Y éramos felices con muy poco.
Paseábamos a veces bajo el canto
de la lluvia y hacíamos proyectos
que a veces se cumplían. Eran tiempos
venturosos. Pero ahora no estás,
y la lluvia persiste. Yo quisiera
saber que para ti llueve también
y que la lluvia nos une como antes,
otra vez, y siempre, como antes.



Los objetos


La certeza de ti no me abandona,
vive en todo lo que amamos juntos
y yo amo todavía,
las pequeñas cosas que me acompañan
ahora que te has ido para siempre.
Todo es oro en la copa del silencio
y brota de ti si cierro un solo instante
los ojos para verte.
Distante como estás, y sin rescate,
no dejarás de acompañarme siempre
en aquello que juntos compartimos
como si fuese una parte de nosotros
la más clara quizás, sencilla e íntima.





El pasado


Donde el pasado vive es en las cosas
que vemos cada día, que tenemos
por nuestras y no son.
No vive en los recuerdos,
cera blanda que los años deforman.
La tarde es un pasado, pues, que vivo
en esta misma hora: las distantes
y grises alamedas, esas cosas
que nunca he visitado, el quieto azul
del monte. Todo junto, ¿qué me dice
que yo no sepa ya?
Vivir es aprenderse a uno mismo
mientras nos cercioramos
de que en la placidez de los objetos
se aduermen los sentidos y nos crecen
raíces que cambiamos sin esfuerzo
poco a poco en un pingüe pasado.



El amor


Todo tiene sentido en el amor.
¿De dónde brota el agua de la fuerza
que mantiene al corazón tan vivo
sino de su alto manantial de amor?
Sólo por amor nos crecen rosas
en las manos, se alumbran los misterios,
y en el amor es justo todo y necesario.
Cree, así, en el cuerpo y trata en él
de perdurar y que perdure todo
dignificándolo siempre con amor
generoso, y darás vida con él.





Plenitud


Y alguien cierra la puerta de repente
y todo es triste y hostil. ¿Y qué podemos
hacer sino esperar sumisamente
a que la vida poderosa vuelva
a retomar su rumbo y nos libere
de este dominio oscuro?
Aprendemos la vida de la vida,
bebiendo de ella a tragos distanciados
su vino peleón, sintiendo siempre
que feroz nos incendia las entrañas
en tanto que recuerda la belleza
de este permanecer contra los látigos
de todos los designios.



Extiendo la mano


Yo extiendo la mano y tú no estás.
Pero el misterio de tu ausencia blanca
se me muestra de pronto más abierta
y aun más dócil de lo que pensaba.
Tú nunca volverás, pero en las cosas
y en mí mismo la huella habrás dejado
de la vida que vivo nunca solo
sino contigo y el mundo que teníamos,
siempre lleno de ti, aun sin recordarte,
y con la limpia mirada de los que aman
sin esperar ninguna ley de recompensa.





Tu recuerdo


Si se hubiese perdido tu recuerdo,
yo me habría perdido. Ahora me toco
los músculos, los ojos, y me ocurre
como si otra vez los dedos me trajeran
tu imagen vanamente. Y al otoño
regresan, amistosos, los fantasmas,
los queridos y cálidos fantasmas.
Todo se hace discreto, y el poema
no es más que una alta rama acariciada
por el viento en la gris y suave luz
de la tarde tranquila.





La habitación


Esta luz difusa del crepúsculo
aleja el horizonte y desdibuja
los árboles. En casa estoy a solas.
Poco a poco las horas se han marchado
con un vaivén de olas que se acuestan
tiernamente en la arena de la playa.
Y el poema se eleva lentamente
delante de mí como una niña hermosa.
La habitación entonces vuelve a ser
un ámbito propicio a la sorpresa.



Interludio


De esta farsa de ahora yo no soy
quien pone los confines.
Por eso estoy atento como nunca
al orden y al misterio
y aprendo con cansancio
los gestos que la harán más clara y viva.
A hachazos descuartiza la existencia
y en el mármol del tiempo escribe signos
que nadie todavía ha descifrado.
Luz y sombra trazan playas blancas
ante el vasto mar de todos los designios.
No me siento expulsado del sendero.
Un viento de otoño arranca hojas
de los chopos que añoro y que ahora alargan
sus sombras para hacerme compañía.



El reducto


El reducto tal vez es un jardín
y ahora el sol de otoño enciende hojas
y hace negras las sombras de los árboles.
No cito maravillas ni quimeras,
siempre existe un jardín de sombras dulces
donde el odio se encalma y el silencio
no es el triste vacío sino el ámbito
que nos falta para obtener de nuevo
la fe que un día tuvimos en nosotros.
El reducto tal vez es un jardín
y el tiempo escribe en él el arco iris.





Doble fondo


Demasiados recuerdos a menudo
anegan de inquietud la paz del aire
y son un lastre incierto que nos funde.
Esta tarde de octubre llueve en paz
como si fuera la lluvia un sueño amable
y el tiempo, fatigado, un sol sin brillo.
Poco a poco me expurgo en las palabras;
no dejaré sin poda ni una rama.
Demasiados recuerdos a menudo
nos esposan las manos y nos cierran
los ojos contra el mundo en el camino.





El pleito


Nadie vive siempre en luz extrema.
A menudo la lluvia del afecto
provoca una penumbra, una pereza
que cuesta combatir.
Entonces viene bien la tregua dulce
ligada a un libro amigo,
gustando la propia soledad
y amándola también en la esperanza
de que el tiempo, prudente y perspicaz,
resuelva el duro pleito
que nos tiene enfrentados,
enemistados con nosotros mismos.